Tras el éxito dedicado a las reacciones que suscitaron los diferentes artículos en torno a las diferentes tendencias en el consumo ecológico en los últimos meses (con la migración de las compras de las tiendas tradicionales a las grandes superficies), seguimos con un texto que reúne diferentes cartas de lectores/as que escriben a colación del “consumo de austeridad”.
Pedro Gutiérrez escribe desde Toledo para decirnos que “es normal que se haya impuesto el consumo de austeridad. Es que a la gente le está costando mucho llegar a final de mes. Ya no se puede ahorrar ni se puede permitir uno ciertos lujos. Hay que ir a lo esencial. Es normal que el sector ecológico se resienta. Ahora toca mirar mucho lo que compras. Hay que buscar ofertas, marcas blancas, rebajas, etc.”.
DESDE BARCELONA
Para Antonia Fuentes, de Barcelona, “la cosa está muy mal. Yo no sé si llamarlo consumo de austeridad o sálvese quien pueda. Llevo muchos años consumiendo ecológico pero reconozco que, en los últimos meses, en mi casa… hemos optado también a veces por productos de proximidad… No es lo mismo. Claro. Pero no queda otra. Hemos rebajado muchos gastos, pero, realmente, ni con esas. Es que no llegamos”.
DESDE VALENCIA
“Yo estoy ahora plenamente en lo del consumo de austeridad. Vivimos mi hija y yo en Valencia. Con mi sueldo de funcionaria hasta ahora habíamos tirado más o menos bien. Pero ahora la cosa no está tan fácil. Hemos procurado siempre tener un consumo alto de productos ecológicos. No mirábamos mucho los precios. Ahora, sin embargo, buscamos ofertas, descuentos y todo lo que nos permita seguir consumiendo ecológico pero a precios que podamos pagar. Si, a veces, no se puede comprar ecológico… pues hacemos de nuestra capa un sayo”, señala Virginia desde la Comunitat Valencia.
DESDE CÓRDOBA
“Se entiende muy bien lo del consumo de austeridad. Es lo que hay. Nosotros somos clase media y nos está costando cada vez más llegar a final de mes. Y no sólo se resiente la alimentación. También todo lo demás. Sólo espero que esto sirva para que mucha gente despierte y descartemos el modelo actual. Menos mal que el abuelo de la casa, mi padre, que ha sido agricultor toda la vida, y que se pasó a lo ecológico hace dos décadas por los problemas de salud que le generaban los fitosanitarios, aunque está retirado, tiene un buen huerto ecológico no muy lejos de casa y esto nos permite tener alimentos ecológicos, locales, artesanos, caseros… por la cara. Pero imagino que los que no tienen esta fortuna lo estarán pasando mal”, señala Manuel Cercas, desde Córdoba.
DESDE EL ECOMENSAJERO DIGITAL
Aquí, en la redacción de El Ecomensajero Digital, las opiniones son también muy similares a las de nuestros lectores. Hacemos todo lo posible para seguir consumiendo ecológico pese a las lógicas restricciones… debidas, principalmente, a la alta inflación. A nosotros nos ocurren las mismas cosas que al resto de mortales. Cada vez más, nosotros/as y, en general, todo el público… buscamos todas las posibilidades habidas y por haber para seguir llevando a casa productos “bio” a precios a los que podamos hacer frente. En este sentido, todo es válido: comprar directamente a productores, ir a las fincas directamente, llegar a acuerdos con agricultores locales, montarse un huerto en el terrado, buscar descuentos, tirarse a las marcas blancas, lanzarse a las rebajas, estar pendiente de las ofertas, lo que sea. Nuestra salud y la del planeta están en juego y el esfuerzo siempre valdrá la pena. Y, si no siempre puede ser ecológico, pues tampoco pasa nada. Entonces, al menos, que sea de proximidad, artesano, etc. Mientras, cada vez va a ser más importante presionar a los gobiernos para que los productores y los alimentos ecológicos tengan incentivos de todo tipo, IVA’s reducidos, etc., que permitan que puedan llegar más holgadamente a toda la población. Que sean los que contaminan los que paguen… y no los inocentes.
Pablo Bolaño