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2 de enero de 2025OPINIÓN/Pedro Burruezo
“¿Vivimos mejor?”
Repasando diversos artículos y textos publicados en los medios, Pedro Burruezo reflexiona… Sí, vivimos más. Pero nos acosan todo tipo de problemas y, especialmente, la depresión y otras enfermedades muy relacionadas con la destrucción de las formas de vida tradicionales. ¿Vivir más para qué? ¿Para seguir consumiendo?
Según ha publicado recientemente Jordi Ribalaygue en El Periódico de Catalunya, “la mortalidad prematura por tumores malignos y enfermedades cardiovasculares ha descendido en Barcelona respecto a los registros de hace cuatro décadas. En cambio, los trastornos de salud mental y las infecciones de transmisión sexual -como la gonorrea en los hombres y la clamidia en mujeres- han crecido, según un balance con que la Agencia de Salud Pública de Barcelona traza la evolución sanitaria de los últimos 40 años, en base a los informes con que chequea a la ciudad desde 1985”. A su vez, el estudio destaca que, en base a datos de 2022, “la esperanza de vida ha aumentado de media en 6,6 años en las últimas cuatro décadas en las mujeres -que ahora se sitúa en 86,9 años- y sube en 7,7 años en los hombres, que viven 81,3 años de promedio”.
SUICIDAS EN LA CIUDAD CONDAL
El mismo periodista y en el mismo medio, también ha escrito que “en Barcelona se registraron 2.037 episodios de conducta suicida en 2023, de los que 1.343 concernieron a mujeres, casi el 66%, según se desprende de la última edición del informe anual de salud de la capital catalana. El estudio de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, publicado recientemente, revela que tanto los casos de ideación autolítica (infligirse daños y autolesiones) como las tentativas fueron más frecuentes entre la población femenina de la ciudad que la masculina. No obstante, la evolución de 2018 a 2023 dibuja un aumento sostenido de los intentos entre los hombres de 25 a 44 años de provocarse la muerte”.
El dictamen plasma que se produjeron 198,3 conatos de suicidio por cada 100.000 personas entre la mujeres de 18 a 24 años casos en 2023, tras dispararse por encima de los 250 casos un año antes. En las menores de edad, descendieron de unos 250 intentos por 100.000 personas a 164,8 entre 2022 y 2023. A su vez, se estimaron 93,4 intentos autolíticos por 100.000 personas en hombres de 25 a 44 años el año pasado, el doble que en 2019 o 2020, cuando fluctuaban en el medio centenar, por encima de los episodios detectados en 2018.
MÁS MUJERES DEPRIMIDAS QUE HOMBRES
La depresión es una de las enfermedades mentales más frecuentes, con tasas de prevalencia en nuestro país del 7,2% en mujeres, el doble que en varones. Detrás de este dato hay causas genéticas, hormonales pero también sociales y personales. Hemos leído en los medios: “Las mujeres acusan de manera más acentuada la vulnerabilidad y los factores estresantes. Y aunque se diagnostican casos en cualquier momento de la vida, el más frecuente, el bloque principal de pacientes, lo encontramos en época de mayor productividad laboral, entre los 30 y los 50 años, aunque, matiza según el psiquiatra y especialista José Manuel Montes, ‘estamos viendo que cada vez hay más casos en edades infantiles y juveniles y también en la última parte de la vida’. En ello influye, como factor de riesgo, el aumento del sentimiento de soledad no deseada, ‘como un elemento que provoca una dificultad para vivir la vida con normalidad, lo que se convierte en una situación estresante que favorece la aparición de la depresión’, puntualiza José Manuel Montes”.
¿VIVIMOS MEJOR?
Vivimos más. Sí. Vivimos más años. Al menos, desde un punto de vista “técnico”. Pero la pregunta es: “¿Vivimos mejor?”. La pandemia de depresión que vive el mundo es muy ilustradora. Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que 350 millones de personas padecen este mal en alguna medida. Además, causa más incapacidades que enfermedades como el cáncer y accidentes de tránsito y es superada solo por afecciones como virus estomacales o gripes. Un estudio desarrollado por la citada entidad internacional en 2011 y publicado en la revista BMC Medical señaló además que la depresión varía según el contexto donde la persona viva. La investigación se realizó con 89.000 personas en 18 países, diez de estos catalogados desarrollados, y ocho, catalogados en vías de desarrollo. El informe detectó que el 15% de las personas que viven en países desarrollados han sufrido una depresión en algún momento de su vida, mientras que solamente el 11% de quienes viven en países subdesarrollados han experimentado esa situación.
¿A qué se debe? El reporte señaló que los niveles de estrés que se viven en los países con más desarrollados podrían impulsar a mayores índices de depresión. Sin embargo, en estos países también hay mayores y más eficientes servicios de salud que podrían ayudar a un mejor diagnóstico de la enfermedad. Por el contrario, en los países subdesarrollados es posible que existan muchos casos más de depresión de los que realmente se diagnostican.
MÁS CASOS REALES QUE DIAGNOSTICADOS
Efectivamente, los expertos señalan que la cantidad de casos reales es mucho mayor que el de los casos diagnosticados. Y esto se refiere no sólo a los países más empobrecidos sino también a los más industrializados. La modernidad ha creado un mundo donde todo es posible, todo menos la armonía, la paz, la belleza, la salud, la ilusión, la familia, la tribu. La sociedad moderna hace aguas por todas partes. No sólo en lo que concierne al cambio climático, la 6ª extinción, las guerras, la concentración del capital y del poder en cada vez manos, el reino de la usura y la especulación por todas partes, la destrucción de los pueblos y el endiosamiento de las megalópolis… también se desnorta en lo micro: más enfermos mentales, más deprimidos, más suicidas, más adictos a todo, más personas que viven en soledad no deseada…
¿QUIÉNES SON LOS MUERTOS?
Fernando Mora narra en su libro “Ibn ‘Arabí. Vida y enseñanzas del gran sabio andalusí” una anécdota que le aconteció a ese gran visionario que fue el místico murciano. Parece ser que el sabio andalusí llevaba a cabo retiros en los cementerios, retiros en los que se sometía a sí mismo a notables periodos de ayuno y noches en vela. Otro sabio le criticó y dijo de él que prefería la compañía de los muertos a la de los vivos. Ibn ‘Arabí, llamado el Maestro de todos los Maestros, retó al otro “wali” a acompañarle en una de esas noches en las que el gnóstico murciano platicaba con los espíritus, entre las tumbas. Al amanecer, el otro sabio señaló que, efectivamente, aquellos espíritus estaban más vivos que las gentes con las que ambos convivían. Pues eso. Nuestra sociedad es una sociedad de zombies, de muertos vivientes, de rostros parlantes sin vida, sin sangre. Una sociedad dirigida por gentes de la tiniebla que no solamente está destruyendo el mundo, sino, y especialmente, el alma del mundo. Hemos olvidado lo divino, lo sagrado, el Misterio. Y, sin ello, sólo nos queda vivir en la sombra… perturbados, distorsionados, retorcidos, desfigurados, entumecidos, aturdidos, pasto de las enfermedades mentales y la tristeza. ¿Cuándo despertará el mundo? Viviremos más ¿para qué? ¿Para acabar suicidándonos y/o querer morir cuanto antes y que se acabe definitivamente el sufrimiento… en una sociedad cada vez más oscura y dantesca?
Pedro Burruezo