José Manuel, un pionero de la pitaya

Publicamos un extracto de un artículo publicado en “InfoAgro” que nos habla de la introducción del cultivo de la pitaya en España. En este caso, se trata de José Manuel, un agricultor "bio" alicantino pionero que se decidió hace siete años a dar el paso. Produce de forma ecológica.

En el primer semestre de este año, el comercio de la pitaya sigue en auge y las exportaciones españolas han aumentado en valor un 93,3%, mientras que las cantidades vendidas al exterior han disminuido -0,6 %, respecto al mismo semestre de 2022. Por tanto, se ha duplicado el valor por kilogramo vendido al exterior.
La pitaya es un alimento que está al alza en el mercado español, aunque sus ventas todavía son muy incipientes. El caso de Rosa Pitaya y José Manuel, en Alicante, es el caso de uno de los pioneros. Su producción es en ecológico. En "InfoAgro" hemos leído: “Entramos a los invernaderos de Rosa Pitaya desarrollados por Novagric y lo primero que nos llama la atención son los colores que nos rodean. Vemos cactus de un verde intenso cómo trepan y se entrelazan por la estructura que lo sujeta, cubriéndola por completo. De las ramas cuelgan un fruto ovoide semi redondeado de piel gruesa con apariencia escamosa y un llamativo colorido que nos recuerda a la lengua de algún animal mitológico”.

¿CIENCIA FICCIÓN?El texto sigue: “Parece que nos hemos adentrado en un mundo de ciencia ficción y fantasía, en otra era. Seguramente ese mismo sentimiento fue lo que le despertó a José Manuel la curiosidad e inquietud de cambiar sus plantas ornamentales por la pitaya comúnmente conocida como fruta del dragón. José Manuel, agricultor y gerente de la empresa, es pionero en introducir esta fruta exótica en el sur de Alicante y ya han pasado casi 7 años desde que decidió pasarse al cultivo de esta planta originaria de zonas tropicales y subtropicales de América”.

RESISTENTE A LAS SEQUÍASLa pitaya es una planta cactácea y, como tal, resistente a las sequías. La planta es un cactus suculento, rústico, de tallos largos triangulares. Suele enredarse en los árboles próximos alimentándose de la humedad de sus cortezas y trepa por las ramas a ocho o diez metros del suelo sin penetrar en tierra. La flor de la pitaya, que es tubular, hermafrodita, como la mayoría de las cactáceas, es bella pero breve, pues parece deslumbrante por la mañana y a medida que empieza a sentir el calor del sol se deshidrata súbitamente. Se abre una sola vez en las horas nocturnas y su penetrante aroma atrae a numerosos insectos. Se autofecunda pero también puede cruzarse, siendo los murciélagos los mejores polinizadores en su medio natural. La formación del fruto desde la polinización hasta la recolección dura de cuatro a ocho meses dependiendo de las temperaturas existentes. El fruto es de forma ovoide con 10 cm de largo por 6 cm de ancho y suele presentar desde su nacimiento un color verde que se torna amarillo o rojo según diversas circunstancias. A medida que se desarrolla, ofrece una piel escamosa de cuya tan singular característica surgió su nombre, "pitahaya", que en haitiano quiere decir fruta escamosa. Dicha corteza presenta grupos de espinas duras y agudas que se desprenden con facilidad, debiendo ser quitadas cuidadosamente antes de cosechar el fruto y evitar con ello sus pinchazos. Es una fruta sabrosa que contiene una pulpa suave, dulce y blanda en los cultivares de color amarillo y carmesí en las variedades de piel roja, que suelen contener menos azúcar.

VARIEDADESEn el texto de “InfoAgro”, el propio José Manuel explica su paso a la pitaya: “Tenía 1.600 m2 de invernadero y como me funcionó bien decidí ampliar a 1.500 m2 más”. Para la ampliación, contactó con la empresa Novagric (Novedades Agrícolas, S.A.), que le instalaron un invernadero automatizado con más dimensión para mejorar la ventilación y un control de clima que le ayuda a mantener una temperatura óptima. José Manuel suele tener en sus invernaderos las especies más comunes de pitaya: Hybridum: su pulpa es roja; y Undatus: su pulpa es blanca. También dispone de otras variedades, como la Golden Yellow, cuya piel es amarilla y la pulpa, blanca. O la Marmel, que tiene la pulpa roja.

PRODUCCIÓN ECOLÓGICASegún el texto de “InfoAgro”: “Desde hace 3 años, la empresa Rosa Pitaya utiliza materia orgánica para la producción de sus pitayas y, aunque su incidencia en plagas y enfermedades no es muy alta, cuando lo necesita recurre al jabón potásico. Además, José Manuel se ha pasado al autoconsumo con la instalación de placas solares que aprovechan al máximo la luz solar gracias a la solución que le aportó Novagric: recurrieron al mismo sistema que las ventilaciones del nuevo invernadero para regular en inclinación y obtener en todo momento el máximo rendimiento de las placas”.

EL FUTURO“El primer año que tuve la fruta mucha gente era reacia”, comenta José Manuel. Pero cada vez hay más interés en este tipo de fruta que encuentra más presente en fruterías, mercados y tiendas especializadas. Ya es más habitual cultivar esta fruta en España por lo que José Manuel ve claro su próximo objetivo: “Si me funciona con el nuevo invernadero posiblemente pueda seguir ampliando”. Aunque todavía quedan variables por resolver, la pitaya está de camino a convertirse en un cultivo en auge en el sector agrario. Según un trabajo de Enrique Inocencio Díaz-Guerra: “Año a año, cada provincia que se dedica al cultivo de la pitaya en España incrementa su producción de media un 316,55%. Un 58% de los encuestados conoce esta fruta y, según la entrevista al responsable de frutería de Hipercor Pozuelo y Mercadona de El Palmeral de Las Rozas, existe un interés creciente por los consumidores de fruta que compran en estos establecimientos. En el mercado mundial, el principal exportador es Tailandia, que adelantó en el último año a Vietnam. El país que más cantidad importa de pitaya del mundo es China”. El cambio climático y los nuevos hábitos de los consumidores llevarán consigo el cultivo en España de cada vez más nuevas frutas y verduras, apenas conocidas en nuestro país. Esperemos que la mayoría de ellas se cultiven en producción ecológica.

Antonio Sánchez