Los alimentos artesanos, más si son ecológicos, requieren el apoyo institucional. Para que sobrevivan nuestros pueblos. Y nuestras costumbres. Y nuestras especies autóctonas. Y nuestro medio ambiente. Sin artesanía, no hay mundo rural ni futuro. Las leyes deberían proteger al artesano. Pero lo que hacen es dificultarle su existencia. En BioCultura Bilbao y BioCultura Madrid, en octubre y noviembre, respectivamente, expondrán numerosos artesanos alimentarios con productos ecológicos de primerísima calidad.
Esta también es la razón por la que admiro tanto a los artesanos,
personas que hacen su trabajo con un gran conocimiento y habilidad.
Conocí a un carpintero fabuloso especializado en madera vieja
que trabajaba en mi casa de Saint Moritz.
El modo en que tocaba y acariciaba cada pieza denotaba que era un hombre extraordinario.
Amaba profundamente lo que hacía. Amar lo que uno hace es requisito necesario para ser artista
Herbert von Kajarajan
La artesanía alimentaria, más aún si es ecológica, tiene una buen número de virtudes. Una de ellas es que produce alimentos de primera calidad organoléptica y nutricional, alimentos seguros y sanos. Otra característica es que fija población en entornos rurales. También podríamos decir que reparte mejor la riqueza que la alimentación industrial y, además, huye de los monopolios. Por otro lado, respeta el medio ambiente y conserva el patrimonio cultural gastronómico. En no pocas ocasiones, también, ayuda proteger la biodiversidad, ya que elabora productos alimentarios únicos en base a especies vegetales y/o animales autóctonas. La producción alimentaria artesana, incluso cuando no es del todo ecológica, tiene un dechado de bondades.
EVERGISLO MACÍAS
Evergislo Macías, presidente de la Asociación de Artesanos Alimentarios de Castilla y León, ha aseverado: “Según indica el Decreto 53/2007, de 24 de mayo, por el que se regula la Artesanía Alimentaria en la Comunidad de Castilla y León, artesanía alimentaria es ‘la actividad de producción, elaboración, manipulación o transformación de productos alimentarios que está sujeta a unas condiciones que, siendo respetuosas con el medio ambiente, garantizan al consumidor un producto final individualizado, de calidad y características diferenciadas gracias a la intervención personal del artesano’”. Y también ha añadido: “Resulta crucial apoyar a los alimentos artesanos porque es apoyar al medio rural. De hecho, el 98% de nuestras empresas están situadas en el medio rural y contribuyen a su desarrollo económico, generan empleo y fijan población. Y, por supuesto, hay que apoyarlos porque son productos de primera calidad, sin aditivos, ni colorantes ni conservantes artificiales, y la mayor parte de ellos son productos tradicionales”.
SOBERANÍA ALIMENTARIA
Los autores Camacho/Cervantes/Cesín/Palacios, en su texto “Los alimentos artesanales y la modernidad alimentaria”, señalan: “Si se considera que los sistemas alimentarios artesanales tienen como eje fundamental el sustento de la vida (económica, social y cultural), entendemos que pueden formar parte importante de la construcción, reconstrucción y defensa de los territorios. Al igual que la agricultura campesina, con la que a veces se fusiona en términos de unidades familiares, la producción artesanal de alimentos tiene la capacidad de reafirmar la identidad cultural y de ser la semilla de la acción colectiva. En ese sentido, este tipo de alimentos tienen una amplia relación con la noción de soberanía alimentaria dado que no sólo contemplan los elementos de la seguridad alimentaria en cuanto a su calidad nutricional y cantidad sino a la aceptación social de la forma de producción y adquisición”.
LEGISLACIÓN
La legislación actual no se lo pone fácil al artesano alimentario. En ocasiones, el pequeño productor tiene que cumplir con tantas legislaciones burocráticas, técnicas, etc., que, al final, no le sale a cuenta su trabajo. Un artesano se enfrenta a las mismas legislaciones que una gran industria, lo cual es totalmente demencial e injusto. El problema es que, cuando acabamos con nuestros pequeños artesanos, alimentarios o de cualquier otro ámbito, estamos destruyendo el empleo, la justicia social, la vida rural, las tradiciones y el medio ambiente. El productor artesano alimentario merece apoyo institucional, subvenciones, IVA reducido, apoyo mediático, y también poder disponer de espacios seductores donde poder ofrecer su producto a un público conocedor y gourmet.
BIOCULTURA
BioCultura Bilbao (BEC, del 6 al 8 de octubre) y BioCultura Madrid (IFEMA, del 2 al 5 de noviembre), en los próximos meses, van a ser dos ferias en las que, además de productos ecológicos en general, vamos a poder conocer, degustar, comparar y/o adquirir un gran número de productos ecológicos artesanos. Para Ángeles Parra, directora de BioCultura, “el artesano alimentario necesita poder vender su producción. No viven del aire. Y para ello se requiere de poder mostrar estos productos en un entorno seductor al que acudan personas motivadas y atraídas por este tipo de alimentos. En este sentido, BioCultura cumple una función fundamental. Nosotros mimamos y protegemos a los pequeños productores ecológicos artesanos. La Administración debería protegerlos y apoyarlos con mucho más ahínco. No hay soberanía alimentaria sin producción ecológica y artesana”.
Pablo Bolaño