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30 de septiembre de 2025“CÓMO COMER SANO EN UN MUNDO TÓXICO”/Carlos de Prada
“Lo legal y lo seguro no tienen por qué coincidir necesariamente”
“Cómo comer sano en un mundo tóxico” es la última gran obra de Carlos de Prada. Nada más y nada menos de 700 páginas que analizan el mundo actual de la alimentación. El libro nos explica cómo dejar de envenenarnos a través de lo que comemos y protegernos a nosotros mismos y a los nuestros. Carlos es un viejo amigo y un buen hombre. Un sabio, un periodista riguroso, un hombre de la acción y de la contemplación… ¿Quieres poner tu alimentación en las manos de los que nos gobiernan? ¿Estás seguro de que todo lo que nos dicen es verdad? Carlos de Prada te alerta para que te cuides… a ti y a tu familia. Carlos de Prada estará presentando este libro enciclopédico y referencial en BioCultura Madrid 2025.
El silencio es el sonido de una buena y sana comida…
Jamie Oliver
-¿Le puedes explicar tu última obra a alguien que no la haya leído?
-Este libro parte de un hecho objetivo, del que nos está alertando la comunidad científica: que la dieta es la principal vía de entrada en el cuerpo humano de muchas de las sustancias tóxicas más preocupantes. Sustancias que, frecuentemente a muy bajas concentraciones, han sido asociadas a múltiples problemas de salud (que van desde el cáncer a la infertilidad, pasando por problemas en el desarrollo cerebral de los niños, daños en la microbiota, diabetes, obesidad, alergias, problemas cardiovasculares, etc). Por consiguiente, tal y como reflejan algunas investigaciones citadas en la obra, reducir la exposición a estos compuestos químicos perjudiciales podría ayudar a su prevención. En un mundo cada vez más contaminado y con unos procesos de producción de alimentos crecientemente desnaturalizados, es importante estar al tanto de ello si queremos que, como dijese Hipócrates, nuestro alimento sea realmente nuestra medicina. Sin embargo, actualmente, muchos de los consejos que se dan por nutricionistas y otros profesionales no tienen en cuenta este importante factor. Hablan de proteínas, grasas, azúcares, fibra, etc., pero no del papel nocivo que puede tener la posible presencia de una larga lista de sustancias tóxicas en la comida ni de qué se puede hacer para reducir la exposición a las mismas. Sin embargo, ¿acaso es posible tener una alimentación que sea realmente saludable sin hacer lo posible por reducir la ingesta de muchas sustancias tóxicas que pueden estar presentes en la comida? Un alimento como, por ejemplo, una fruta o verdura, puede parecer muy "saludable" por tener una serie de propiedades, pero acaso no lo sea en la misma medida si, por ejemplo, resulta que está cargada de múltiples residuos de pesticidas sintéticos. No podemos cerrar los ojos ante el hecho de que los alimentos de hoy pueden no ser como los de hace 100 o 200 años. Que, especialmente en las últimas décadas, nuestra sociedad industrializada ha puesto en circulación infinidad de sustancias que han contaminado la cadena alimentaria. En ese sentido, el libro busca ser lo más completo posible, pasando revista a diferentes tipos de sustancias problemáticas como, entre otras, aquellas que son disruptoras endocrinas y que pueden causar alteraciones hormonales a muy bajas concentraciones o las que son altamente persistentes y bioacumulativas. También, por supuesto, aporta consejos, basados en la evidencia científica, que pueden servir para reducir la exposición alimentaria a tales sustancias perjudiciales. Entre los compuestos tóxicos tratados destacan algunos como los residuos de pesticidas presentes en muchos alimentos convencionales (especialmente en las frutas y verduras). Abordando cuestiones como hasta qué punto seguir una dieta ecológica puede contribuir a reducir la exposición a estas sustancias tóxicas. Otro factor que se aborda con detalle es el de la exposición a los llamados Contaminantes Orgánicos Persistentes (PCBs, retardantes de llama, dioxinas, etc.), que polucionan el medio ambiente y que acaban integrándose en la cadena alimentaria, como acontece especialmente en el caso de algunos alimentos grasos. La presencia de tóxicos en el pescado, más allá del caso del mercurio, también es abordada, así como el problema de las múltiples sustancias preocupantes -ftalatos, bisfenoles, PFAS…- en materiales que se ponen en contacto con los alimentos, el de los aditivos en los alimentos ultraprocesados o el de las sustancias tóxicas que –como PFAS u otras muchas- pueden estar presentes en el agua del grifo.
LAS DIFERENCIAS
-¿En qué se diferencia, básicamente, de otras obras que has publicado anteriormente?
-En primer término, en que se centra específicamente en la alimentación. Aunque en otras obras, por su importancia, haya siempre aludido a ella, en este libro me centro específicamente en la alimentación. Algo que me ha permitido detallar y reforzar extraordinariamente muchos aspectos e incluso abordar otros que no había tratado previamente. Por otro lado, como la ciencia va publicando regularmente nuevas evidencias, este libro incorpora muchas de esas nuevas evidencias que no estaban contenidas en obras anteriores.
COMER SANO EN UN MUNDO TÓXICO
-¿Se puede comer sano en un mundo tan tóxico, convulso, caótico y lleno de diabletes por todas partes?
-La verdad es que muchas veces parece complicado. La contaminación química está ahí y la verdad es que las autoridades no nos están protegiendo debidamente. No lo digo yo sino la comunidad científica. Una comunidad científica a la que las autoridades no escuchan debidamente. Y las perspectivas no parecen estar mejorando precisamente. Las autoridades de la UE, lejos de mejorar la normativa actualmente vigente, que es muy deficiente, se han embarcado recientemente en planes para debilitarla aún más, lo que puede desproteger todavía más la salud de los consumidores. Algo que no debe hacer que caigamos en un pesimismo que nos lleve a desentendernos, sino todo lo contrario. Que las autoridades estén fallando hace aún más necesario que sean las personas de a pie las que tomemos algunas medidas para autoprotegernos. Para ello es clave estar informados. El conocimiento es la base de cualquier acción preventiva. Esa es la razón por la que he escrito esta obra, para dotar a los que quieran leerla de un mayor conocimiento del problema y de algunas posibles formas de reducir su incidencia. La buena noticia es que, con frecuencia, las medidas que se pueden tomar son sencillas y que, aunque no se pueda evitar toda la exposición a sustancias tóxicas, sí se puede lograr una reducción relevante de parte de ella. Un claro ejemplo es lo que sucede con la opción por el consumo de productos ecológicos que puede representar reducir extraordinariamente la exposición a residuos de pesticidas sintéticos. La obra aporta argumentos, científicamente fundamentados, que desmontan la creencia de que todo esté siendo perfectamente controlado por las autoridades. Porque la fe ciega en los límites legales burocráticamente establecidos puede llevar a desentenderse y no adoptar las necesarias medidas para reducir la exposición a sustancias tóxicas. Lo legal y lo seguro no tienen por qué coincidir necesariamente. Las autoridades pueden sostener, por ejemplo, que no pasa nada porque un alto porcentaje de las frutas y verduras convencionales, no ecológicas, tengan cierta baja concentración de residuos de pesticidas, a pesar de que, con demasiada frecuencia, la comunidad científica sostenga otra cosa…
ASEVERACIONES CONTRASTADAS
-Presumes de que todas las aseveraciones que aportas están contrastadas y documentadas con estudios científicos que las avalan… ¿Es una de tus señas de identidad como investigador y comunicador en un mundo en el que tanta gente habla sin saber absolutamente de nada?
-Como periodista ambiental soy un simple mediador que comunica al público lo que dicen una serie de fuentes serias. Básicamente me dedico a buscar lo que dicen o me hacen llegar los científicos y a trasladarlo de forma más inteligible y sintética. Resumo lo que dicen las conclusiones de múltiples investigaciones. Por eso esta obra, como otras anteriores mías, tiene cientos de notas al final del texto, referencias que dirigen hacia los estudios científicos en las que se dice lo que yo simplemente traslado. Por ello cualquiera puede buscar esos estudios científicos que cito y comprobar que dicen exactamente lo que yo reproduzco. De ese modo, si alguien quiere discutir lo que se dice en la obra, debería discutir a esos investigadores. Es decir, discutir a la Endocrine Society, a científicos de Harvard, al Instituto Ramazzini de Bolonia, al Instituto Karolinska de Suecia, a la Asociación Americana de Pediatría o a cualquier otra de las muchas instituciones, científicos y centros de investigación que han realizado esos trabajos.
LAS REDES
-¿De qué modo las redes sociales están ayudando o confundiendo a la ciudadanía para poder vivir lo más libre posible de los tóxicos que nos envuelven? ¿Qué impresión tienes tú al respecto?
-Aunque estamos hablando de tóxicos químicos, no conviene olvidar que hay otras formas de toxicidad. Por ejemplo, aquellas que intoxican los cerebros y las almas de la gente. Una intoxicación que puede llevar a otras. Al fin y al cabo, la ignorancia y la desinformación son tóxicas. Si una persona no conoce que un problema existe, o tiene una visión superficial o deformada del mismo, difícilmente hará nada para solucionarlo. De hecho, una parte del libro se dedica a contrarrestar una serie de creencias más o menos extendidas que llevan a que muchas personas se desentiendan de adoptar medidas para reducir su exposición a sustancias tóxicas en los alimentos. Lamentablemente, en esta sociedad de las prisas (que, ya se sabe, son malas consejeras) mucha gente no profundiza en las cuestiones. Es el caso de muchos que se limitan a creer y difunden cualquier cosa que les llega a través de unas redes sociales que han creado unas posibilidades antes inimaginables a la hora de desinformar a la población. Algo que determinados sectores están aprovechando. No es que todo lo que circule por ellas sea falso necesariamente, hay de todo. Pero están llenas de bulos interesados y/o estúpidos y cosas faltas de rigor. Con frecuencia lo que más tirón tiene no es lo más potable. Lo que más se difunde y llega a más gente puede no ser, y con frecuencia no es, lo más riguroso y serio. Lamentablemente, hay una serie de temas muy importantes que son complejos, que para ser comprendidos requieren cierto grado de profundización y pareciera que eso no se llevase. En términos generales, salvando las excepciones que haya, creo que las redes sociales están propiciando una preocupante deriva descerebrante de la sociedad. Incluso tengo que reconocer que me causa bastante desasosiego cuando veo, por ejemplo, en una estación de tren o una parada de autobús, legiones de personas que ya no miran el mundo real o leen un libro, porque están muy entretenidos sin sacar sus ojos de un móvil en el que a saber qué están viendo. No hay más que ver la relación existente entre el auge de ciertas tendencias políticas destructivas en diferentes países y lo que llega a través de las redes sociales. Unas tendencias que, por cierto, entre otras cosas nefastas, defienden también un mayor descontrol en el asunto de los contaminantes químicos.
HOGAR SIN TÓXICOS
-Háblanos de Hogar Sin Tóxicos. ¿Qué es? ¿Qué pretende? ¿Quién está detrás?
-Hogar sin Tóxicos es una iniciativa que busca denunciar situaciones de riesgo provocadas por las sustancias tóxicas presentes en los más diversos productos de uso cotidiano y proponer alternativas. Detrás estamos un equipo de personas que, frecuentemente en colaboración con entidades internacionales como, por ejemplo, el European Environmental Bureau (EEB) o PAN Europe, trabajamos para que, basándonos en la ciencia, las Administraciones mejoren la normativa y adopten medidas que realmente protejan la salud de las personas, y que las empresas eliminen o reduzcan significativamente el uso de compuestos perjudiciales. También buscamos concienciar a la población, ya que sin la debida conciencia social, ni la Administración ni las empresas se sentirán suficientemente motivadas, ni los ciudadanos podrán adoptar medidas para protegerse de los riesgos existentes, que en muchas ocasiones son fácilmente prevenibles.
EL TIEMPO
-Una curiosidad personal… ¿De dónde sacas el tiempo y la energía para escribir volúmenes tan recios y tan documentados? ¿Tienes un clon, jajaja?
-La verdad es que es algo que exige mucho sacrificio. Demasiadas horas, días, semanas, meses, años... Mucho tiempo buscando información fiable, leyendo, revisando, redactando... Pero, al fin y al cabo, es a lo que uno se dedica. Espero que pueda ser de alguna utilidad para las personas y la Naturaleza.
BIOCULTURA
-¿Qué es para ti BioCultura?
-BioCultura es un referente de cómo debería ser el modelo de producción y consumo en nuestra sociedad. Algo que se rebela contra un modelo irracional, inculto, acefálico, que solo busca beneficiar a corto plazo a algunas cada vez más grandes empresas, perjudicando la salud y la economía de la mayoría. Un pujante escaparate que muestra con hechos, no con teorías, que es posible producir y consumir de otra manera (y eso que no me gusta la palabra consumir). Solo lo ecológico tiene futuro. Lo otro destruye nuestro porvenir, por acabar con la fertilidad de las tierras, contaminar el entorno y nuestros cuerpos, empobrecer a un campo cada vez más despoblado para producir alimentos de baja calidad, etc. BioCultura es un faro que nuestra sociedad debería mirar para no naufragar contra los arrecifes.
Pedro Burruezo
CARLOS DE PRADA EN BIOCULTURA MADRID 2025
TOMA NOTA
Día: Domingo 9 nov.
Sala N109
Hora: 17h.