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28 de julio de 2025MODERNIDAD
¿Progreso o fracaso?: colapso
La distopía avanza…
Pedro Burruezo vuelve a las andadas con un artículo que no deja títere con cabeza. El mundo ya no va a mejor. La Modernidad (con mayúsculas, como nombre propio de un sistema ideológico que está agotando la Tierra, calentando el clima, disparando la 6ª extinción y provocando miles de suicidios y millones de depresivos) avanza hacia la distopía generalizada. Genocidios y conflictos bélicos por doquier, agotamiento de los recursos, sociedades atomizadas, triunfo de ultras y xenófobos, enfermedades de la civilización, fenómenos atmosféricos extremos, asesinatos masivos televisados… Y lo peor está por venir. Sólo hay una salida al colapso y es de índole espiritual. Mientras, conservemos todo lo que podamos ante el desastre que se avecina y que ya ha llegado a muchos lugares del planeta…
Quizá la más grande lección de la Historia es que nadie aprendió las lecciones de la Historia…
Aldous Huxley
Unos cuantos personajes diabólicos gobiernan el mundo, desde estados, empresas, instituciones internacionales… Otros y otras, no tan diabólicos pero sí embrutecidos, se dejan manejar por los más oscuros. Y unas masas apócrifas y cegadas por el afán de comodidad y “seguridad”… respaldan a los asesinos. El egoísmo, el materialismo y la superficialidad se han establecido como los nuevos dioses del politeísmo actual en el que las idolatrías se expanden al mismo tiempo que las pandemias de cáncer, depresión y/o enfermedades neurológicas.
LA DEFINICIÓN
LA RAE define el progreso como la acción de ir hacia adelante. Sus sinónimos son: prosperidad, mejora, mejoría, avance, adelanto, bonanza, medro, perfección, civilización, cultura, luces… Los antónimos son: retroceso, involución. La ideología dominante en el planeta desde la Ilustración ha conseguido pervertir el lenguaje para manipular a la sociedad. Pero la realidad es bien distinta y esto es un dato objetivo. La sociedad moderna está calentando el clima como nunca antes lo había hecho el ser humano. Los contaminantes químicos y otras actividades humanas merman la biodiversidad y están disparando la 6ª Extinción. La capacidad bélica ha llegado a tal extremo que, en la actualidad, la potencia destructiva de algunos estados sería capaz de destruir el planeta varias veces y, casi, acabar con la vida en él. Mientras, una minoría se lucra a manos llenas, no se ha terminado con las hambrunas, se expolia a los países pobres, las sociedades tradicionales son una especie en extinción y las adicciones de todo tipo se ciernen sobre el entramado social (afectando cada vez a individuos más jóvenes) como una marea de aceite incapaz de ser detenida.
EL MISMO KIT
Como han denunciado innumerables pensadores adscritos a la ecología profunda, desde Edward Goldsmith a Vandana Shiva, desde Hossein Nasr a Jerry Manders, los diferentes problemas que asolan al ser humano y a la vida forman parte de un mismo kit: productos químicos perniciosos, agricultura intensiva, modificación genética, energía nuclear, deforestación, etc. Todo ello es producto de una sociedad que, apartándose de lo sagrado y de la profunda espiritualidad que subyace al ser humano, ha creado una nueva religión que consiste en la deificación del hombre y de sus actividades: especialmente la ciencia y la tecnología. El fruto es una sociedad que es capaz de enviar satélites a Marte, pero que no puede o no quiere acabar con el hambre en el orbe. Podemos crear misiles con ojivas nucleares que sean devastadoras pero los cien individuos más ricos del planeta aglutinan más capital que algunos de los estados del planeta, en los que viven millones y millones de personas en una miseria perpetua. Las leyes económicas y la dictadura de la usura y la especualización hacen lo demás. En la sombra, personas perniciosas y macabras. Sus gángsteres, los gobernantes de los países ricos, los CEO’s de las empresas transnacionales y los dirigentes de las instituciones internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Mientras, aquí, en Occidente, desaparecen las familias, se achican las clases medias, crecen las tasas de suicidios y el cáncer se expande hasta cotas jamás vistas y en edades cada vez más tempranas, por no hablar de las inverosímiles tasas de patologías mentales. La industria farmacéutica planea seguir haciéndose millonaria creando soportes químicos para una ciudadanía incapaz de soportar un presente y un futuro distópicos, mientras el genocidio en Gaza es televisado: el sionismo ya gobierna en todo el planeta menos en Palestina, de ahí la obstinación de los asesinos.
CONSERVA LO QUE PUEDAS
Hasta hace poco creíamos que el mundo siempre iría mejor. Más comodidades, más salud, más recursos… Pero nuestros hijos ya no vivirán mejor que nosotros. Y nuestros nietos, mucho menos. Nuestra civilización se está dando de bruces contra sí misma. Sin la instauración del Principio de Precaución en todo el planeta, la ciencia y la tecnología seguirán poniendo en el mercado productos altamente peligrosos para la vida sin que nadie haga nada para evitarlo. La restauración de un estado primordial parece verdaderamente imposible. La destrucción avanza. Ahora, millones de ciudadanos de todo el mundo descubren que las ideas del Progreso eran falsas. Ni crecimiento ilimitado, ni desaparición del hambre y la enfermedad, ni justicia social para todos. Porque la verdad es desoladora. Pero la Modernidad nunca contó con unanimidad. Lo que ocurre es que los que se opusieron fueron borrados del mapa: ludditas, indígenas, místicos, antisistema, campesinos... ¿Qué hacer? El sistema político/económico/productivo/alimentario aspira a destruirlo todo. Cualquier haz de luz y de compasión en un mundo presidido por la tiniebla es una brisa que ilumina y provoca esperanza. Como consumidor y como ciudadano, apuesta por todo lo que regenera y dale la espalda a la destrucción. ¿Qué es lo que puede pasar? ¿Un colapso de dimensiones colosales que dé al traste con la Modernidad? Posiblemente, sí. Quizás es lo necesario. Pero el Sistema morirá matando. Ya lo está haciendo. El colapso provocará mucho dolor y se manifestará de diversas maneras. Si puedes, vive lo más al margen (física, psicológica, espiritualmente…) de los principales dogmas del mundo moderno. ¿Queréis hablar de fechas? Eso es imposible. Sólo sabemos que, a escala geológica, un gran cambio de ciclo está a la vuelta de la esquina. ¿50 o 500 años? A escala geológica, insistimos, eso es como el canto de un gallo. Edgar Morin, en su obra, aborda el concepto de “colapso” no como un evento único y catastrófico, sino como un proceso complejo y multidimensional que afecta a diversos aspectos de la sociedad y la civilización… Él ve el colapso como un proceso de degradación que se manifiesta en múltiples crisis interconectadas, incluyendo la ecológica, la económica, la política y la cognitiva. Pues ya ha empezado. ¿Cuándo llegará a su clímax? Kikirikí…
Pedro Burruezo