El modelo de agricultura y ganadería familiar sigue siendo mayoritario en España, con más de 800.000 explotaciones en las que sus propietarios son hombres y mujeres que trabajan sus tierras o ganaderías fundamentalmente con el apoyo de sus familias. El modelo agroecológico gana peso poco a poco entre las explotaciones familiares. Pero el modelo socioeconómico global y la crisis climática están poniendo en peligro las formas de producción más sostenibles.
A pesar de que el modelo familiar, la pequeña explotación, es la más sostenible, frente a la locura de la agricultura y la ganadería industriales, la agricultura y ganadería familiar se enfrentan a importantes amenazas que pueden poner en peligro su supervivencia, por lo que requiere apoyo, a todos los niveles, para mantener y garantizar su viabilidad y desarrollo futuro. Estas son las principales conclusiones del Anuario 2023 de la Agricultura y Ganadería Familiar —que alcanza, con esta, las treinta ediciones, pues comenzó a editarse en 1994—. Es una publicación de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) junto a la Fundación de Estudios Rurales, y en la que colaboran más de una treintena de autores y autoras de carácter multidisciplinar. Este año, la problemática del cambio climático y sus efectos más directos en el campo, como la falta de lluvias y los fenómenos extremos e inesperados, ha marcado en gran medida los contenidos del mentado anuario.
UN MODELO SOSTENIBLE
La agricultura y ganadería familiar, según demuestran en los datos estadísticos que recoge el anuario y muchos de los artículos de análisis y opinión que publica, son el modelo que mejor puede abordar el reto de la sostenibilidad. Sostenibilidad medioambiental, social y económica, pues como aseguran desde UPA, “no puede existir una sin las otras”. Y es que la agricultura y ganadería familiar es un modelo sostenible por naturaleza, al basarse en el aprovechamiento de unos recursos heredados para legarlos a la siguiente generación, transmitiendo al tiempo un patrimonio natural y cultural que constituye la base de la historia y la vida de los pueblos. “El modelo familiar de producción de alimentos mira, además, al futuro, asumiendo en primera persona la modernización tecnológica y la digitalización, reconociendo el papel clave que juegan y jugarán en el presente y futuro de la producción de alimentos en un contexto de escasez de recursos y población creciente”, explican en este sentido desde la Fundación de Estudios Rurales.
CADA VEZ MÁS GRANJAS AGROECOLÓGICAS
Afortunadamente, cada vez más, muchas de estas granjas familiares se pasan al modelo agroecológico. Es en el sector “bio” donde muchas de estas pequeñas explotaciones, ahora capitaneadas por mujeres y/o jóvenes, encuentran su razón de ser y una esperanza y una ilusión que van más allá de su propio negocio y que tiene un reflejo en el ámbito social, con una ciudadanía cada vez más concienciada.
PREMIOS
En el acto de presentación del anuario también se entregaron los premios 2023 de la Fundación de Estudios Rurales, que desde el año 2000 premian a personas e instituciones ejemplares en su defensa del medio rural y de la agricultura familiar. En esta ocasión, los premiados “Orgullo Rural” han sido los Servicios Técnicos de UPA, la emprendedora Lara Iglesia y la pareja formada por Daniel Pellejero y María Lina Hernando. También los profesores Manuel Parras, José María García Álvarez-Coque y José Emilio Guerrero. Además del comunicador y emprendedor Ricardo Migueláñez y del Instituto Cervantes, representado por su director, Luis García Montero. El premio especial ha recaído este año, a título póstumo, en el líder agrario leonés Matías Llorente.
Pablo Bolaño