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3 de enero de 2023SRI LANKA/LOS TIBURONES NEOLIBERALES GLOBALES, CONTRA LA AGRICULTURA ECOLÓGICA
Achacan al César lo que es de Marco Polo…
La crisis desatada en Sri Lanka, que todavía colea y que tuvo su punto álgido con el mediático asalto al palacio presidencial en Colombo, está siendo aprovechada desde hace meses por algunos para ajustar cuentas con la agricultura ecológica, a la que señalan como principal causante. Hemos leído artículos muy virulentos contra la agricultura orgánica. No es de extrañar que algunos de los más violentos vengan de cabeceras como “Libre Mercado”.
El origen de la actual situación estaría en la promesa que en 2019 hizo el entonces candidato y después presidente, Gotabaya Rajapaksa, quien prometió que en un plazo de 10 años la agricultura del país sería ecológica, firmando en abril de 2021 una orden que prohibía el uso de fertilizantes sintéticos y obligaba a los agricultores al empleo de procedimientos orgánicos. Las consecuencias a corto plazo de la fugaz medida, que fue revocada seis meses después, se concretaron, según algunos medios, en un descenso del 40% en la producción de té y del 20% en la de arroz, todo lo cual provocó que Sri Lanka, hasta entonces más o menos autosuficiente, se viese obligada a importar arroz, al tiempo que veía como se reducían las divisas que le reportaba la exportación de té. Obviamente, ningún país puede pasar de la agricultura convencional a la agricultura ecológica del día a la mañana. Las cosas hay que hacerlas bien, con fundamento, con criterio, con plazos y, por si acaso, con un Plan B. Sin oportunismos. Pero, obviamente, está claro que la crisis que padece el país asiático no tiene tanto que ver con la medida citada y sí con otros problemas coyunturales globales y autóctonos.LA ESCASEZ
"Hay escasez de combustible, de gas para cocinar, de muchos alimentos y los precios han subido drásticamente. El precio del pan se ha triplicado en los últimos seis meses. El precio del arroz se ha duplicado con creces, y hay grandes colas. A veces la gente espera durante días para conseguir unos pocos litros de gasolina o diesel para subsistir. Toda la economía está paralizada", le dijo al programa de la BBC The Inquiry Ahilan Kadirgamar, profesor de Sociología de la Universidad de Jaffna. Estábamos en julio de 2022. Algunos de los problemas económicos de la isla no se deben para nada a la agricultura ecológica, por más que ratificar una medida así, de un día para otro, puede crear más problemas que solucionarlos. Los problemas a los que nos referimos, que exceden el asunto de la agricultura ecológica, tienen los mismos orígenes que los problemas que enfrentan otros países del área y de todo el orbe, como la salida de la pandemia de covid o el aumento de los precios mundiales de los productos que escasean debido a la guerra en Ucrania. Pero algunos tiburones neoliberales globales siguen acusando, a día de hoy, a la agricultura ecológica como la gran culpable de la crisis por la que pasa el país. El asunto les ha venido como anillo al dedo. La Revolución Verde significó que, como otros países, Sri Lanka pasara a ser importadora de grandes cantidades de fitosanitarios químicos de grandes transnacionales. Hay mucho dinero en juego. Las campañas informativas fraudulentas achacan a la agricultura ecológica lo que tiene que ver con otros asuntos muy, muy diferentes. Pero… difama y vencerás.EL LOBBY AGROQUÍMICOatentados de 2019 habían dejado al sector turístico bajo mínimos y las reservas de divisas esquilmadas. “Sin apenas moneda extranjera y con un tipo de cambio desfavorable, las importaciones de alimentos ya iban a la baja mucho antes de que se prohibiera la compra de productos agroquímicos”, explica Jeevika Weerahewa, profesora de Economía Agrícola en la Universidad de Peradeniya, la más importante de Sri Lanka. Con nula planificación, seguida de vagas promesas e incertidumbre logística, la medida dejó huérfanos de nutrientes a los campos esrilanqueses. “Los fertilizantes orgánicos solo se utilizaban en algunas zonas remotas, su producción era mínima”, subraya la profesora Weerahewa, de la Universidad de Peradeniya. Descartado un tiempo prudencial de adaptación, el suelo agrícola tuvo que seguir rindiendo bajo una especie de síndrome de abstinencia. “La gran mayoría de agricultores se servían de enormes cantidades de fertilizantes químicos, a veces más allá de lo razonable. El suelo se había acostumbrado a estas condiciones, olvidando sus propios procesos biológicos”, destaca Jayani Wewalwela, profesora de Tecnología Agrícola en la Universidad de Colombo, ubicada en la capital esrilanquesa del mismo nombre. O sea, la tormenta perfecta. La inmejorable excusa para seguir con el proceso destructor comandado por las grandes transnacionales globales. Es de pensar, incluso, que podría haber sido algo amañado: pones a un loco al frente de un estado, le dices que haga esto y lo otro, y luego ya puedes afirmar con rotundidad: “O nuestro modelo o la barbarie”. Si se crea el caos con el asunto… no pasa nada. Al fin y al cabo, son pobres y orientales.
“El País” publicaba recientemente: “Sin apenas planificación, en medio de una grave crisis económica, el país asiático decretó el pasado año un régimen absoluto de cultivos solo orgánicos. El previsible fracaso ha servido en bandeja una oportunidad de oro para el ‘lobby’ agroquímico”. La pandemia y los
LA PREGUNTA DEL MILLÓN Lo que cabe destacar es… ¿Qué hubiera pasado si el plan se hubiera llevado a cabo con destreza y lucidez? “Hace tiempo que no presto atención a lo que se escribe en contra de la agricultura orgánica. Cuando estuve en la FAO, leí muchas publicaciones al respecto: todas decían lo mismo”, sostiene El Hage, ecóloga francesa, hoy embajadora de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM Organics). La experta no niega que los rendimientos a corto plazo bajen cuando se prescinde de fertilizantes químicos. Incluso, admite, cuando se intenta compensar el déficit de nutrientes con otros de origen orgánico. Se trata, afirma, de un “hecho indiscutible que exacerbó una crisis que venía de tiempo atrás”. Sin embargo, continúa El Hage, “los productos agroquímicos degradan el suelo a largo plazo”. Este empobrecimiento de la tierra, explica, obliga a aumentar las cargas sintéticas hasta la extenuación. El resultado, arguye, son campos baldíos por sobredosis. La ecóloga traza un simil con lo que ocurre en la ganadería intensiva: animales exprimidos al máximo, con su ciclo de vida cruel y artificiosamente acortado. “Pero esto no importa en el paradigma de producción y consumo imperante: mucho ahora sin pensar en el futuro”, lamenta. Entonces, en zonas que tienen muchos problemas a los que enfrentarse, los movimientos hay que hacerlos con cirugía de precisión. Para no lastimar tampoco a los más pobres. En Sri Lanka, la agricultura ecológica era, hasta el decreto, muy tangencial. No ocurre lo mismos en otras zonas, en los que está mucho más avanzada. No se puede generalizar. Pero a los tiburones y a las grandes empresas les ha venido muy bien este experimento extraño.
LA HAMBRUNA
Ahora, los ingresos de los productores de alimentos han disminuido y las consecuencias continúan. Sin combustible para la maquinaria, las granjas no pueden funcionar. Con el presidente Rajapaksa fuera del gobierno, la incertidumbre continúa y, como señalan algunos analistas, la hambruna es una posibilidad cada vez más cercana.Pablo Bolaño