ECOCHEF/MIREIA ANGLADA/“El producto ‘bio’ es más saludable en lo nutricional y no lleva contaminantes para nuestra salud”
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Una revolución pendiente
El cultivo de macroalgas (lo que, en lenguaje coloquial, se conoce por algas, ya que las otras, las microalgas, son organismos microcóspicos) en España representa menos del 0,002% del total de la acuicultura, una cantidad muy pequeña que deja un amplio margen de crecimiento para un mercado que, según algunos expertos, en un texto de "EFEAgro", se ve ralentizado por ciertas complejidades administrativas para iniciar la actividad. Todo apunta, sin embargo, a que va a crecer mucho en los próximos años.
Como dice el proverbio: “El pez no vive en el agua clara.
Son las algas las que le permiten desarrollarse plenamente hasta su madurez”
Yamamoto Tsunetomo
El porcentaje citado en la entradilla de este reportaje ha sido calculado a partir del último informe de la Asociación Empresarial de Acuicultura Española (Apromar), que estima que la cosecha de acuicultura en el país supera las 327.000 toneladas, de las que apenas 5 provienen del cultivo de macroalgas.
JAVIER CREMADES
SECTOR ECOLÓGICO El consumo de algas en España, a pesar de que es un sector incipiente aún, comenzó en el mundo “bio”. Empresas como Algamar, Porto Muiños, Alga Cochayuyo, Galuriña… dieron el pistoletazo de salida del emprendimiento en base a las algas, siempre en producción ecológica. A partir de ahí, el sector orgánico de las algas fue creciendo y también hubo otras empresas que empezaron a comercializar algas, aunque ya sin certificación orgánica, en el sector convencional. Han sido los chefs de la alta cocina los que, en buena media, han dado a conocer las algas al gran público. Ramón Cónsul, de Alga Cochayuyo, señala: “En estos momentos, las algas empiezan a pasar de ser un ingrediente casi desconocido a ser un alimento muy apreciado en la alta cocina. Su singularidad, su textura, su versatilidad, su sabor diferencial… las convierte en una nueva experiencia culinaria que muchos ‘chefs’ no pueden rechazar”. Como cada año, Pinterest Predicts hizo pública su selección de las ideas que resultarán más inspiradoras e interesantes para 2023. En total, las predicciones contemplaban doce diferentes categorías y un total de veintisiete tendencias, de las cuales tres corresponden a alimentación y bebidas. La lista, que publicó recientemente "diariodegastronomia.com", concede a las algas un lugar privilegiado en los gustos de los consumidores. Tanto en el sector ecológico como en el sector convencional, la comunidad autónoma española donde más algas se producen/cultivan y se recolectan es Galicia.
La Universidad de Wageningen (Países Bajos) calculó que el 2% del océano podría alimentar a todo el planeta en proteínas
VICENT DOUMEIZEL
Vincent Doumeizel es un gran experto en el tema de las algas y es autor del libro “La revolución de las algas” (Urano). Nos comentó recientemente que “nuestros sistemas alimentarios no pueden proporcionar más de lo que actualmente ya producimos en tierra. Mientras tanto, tenemos casi 300.000 personas más al año que alimentar en el planeta, así como 800 millones de personas que pasan hambre en todo el mundo, y el crecimiento de 1 de cada 4 niños no es nutricionalmente satisfactorio... A pesar de ello, según los científicos, basándose en el rápido crecimiento de la población y el cambio en las dietas, tenemos que producir tantos alimentos en los próximos 50 años como los que hemos producido en los últimos 10.000 años... Por otro lado, también somos la primera generación que sabe que el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad se ven incrementados en gran medida por nuestros actuales sistemas alimentarios terrestres. El océano cubre el 70% del planeta y sólo aporta el 2% de nuestro suministro de calorías. Además, los océanos son destruidos masivamente por la contaminación terrestre. La Universidad de Wageningen (Países Bajos) calculó que el 2% del océano podría alimentar a todo el planeta en proteínas. Tenemos un océano de soluciones para nuestros sistemas alimentarios y las algas son la piedra angular de la regeneración. Las algas son la fuente de la vida en la Tierra. Si queremos reconstruir los ecosistemas de nuestro planeta en lugar de destruirlos, el océano, y las algas en particular, son un excelente punto de partida”. También le preguntamos sobre si las algas del futuro serán recolectadas o cultivadas. Y él lo tiene claro: “Cultivadas, sin duda. Si queremos producir algas a gran escala y no dañar el medio ambiente, tendremos que aprender a cultivar nuestras algas locales. Lo que puede ser el mayor reto de todos. En definitiva, hace 12.000 años, todos nosotros, como seres humanos, pasamos de la prehistoria a la historia moderna cuando dejamos de ser cazadores y recolectores para convertirnos en agricultores en tierra firme. Hoy seguimos en la Edad de Piedra en lo que respecta al océano: cazamos peces y recogemos algas silvestres. Es hora de civilizarnos con el océano y crear un modelo regenerativo con el mayor ecosistema de nuestro planeta para alimentar a todo el mundo con alimentos seguros y sostenibles. Hoy en día, se producen más de 35 millones de toneladas de algas a nivel mundial. El 98% de ellas proceden de Asia, donde se cultivan. Este sector genera 15.000 millones de dólares de ingresos, crece un 10% al año y da empleo a más de 8 millones de personas. En cuanto a mi país, Francia, posee el segundo territorio marítimo más extenso del mundo, un centro de competencias reconocido internacionalmente en Bretaña y una biodiversidad de algas excepcional, pero aun así Francia sólo representa el 0,1% de la producción mundial de algas. Y a pesar de ello, el 99% de esta limitadísima producción procede de la recolección de algas silvestres, lo que a veces puede poner en peligro las especies”. Y añade: “Hasta ahora, este recurso sólo se cultiva adecuadamente en Asia, ya que no necesita tierra, pesticidas ni agua dulce. Las algas sólo necesitan agua salada y sol para crecer. Mientras tanto, este nuevo cultivo también puede representar una solución natural para mitigar el calentamiento global. De hecho, no sólo las algas marinas contribuyen a descarbonizar nuestra economía proporcionando recursos para sustituir productos con altas emisiones de carbono, como se ha mencionado anteriormente, sino que además estos bosques marinos, que a veces crecen 40 cm al día hasta alcanzar los 60 metros de altura, absorben muchos más GEI que cualquier bosque tropical terrestre. Además, a diferencia de las plantas terrestres, donde el carbono se libera rápidamente por degradación bacteriana al final del ciclo, parte del carbono de las algas se pierde durante su fase de crecimiento y acaba en los sedimentos abisales, donde, por no haber, no hay bacterias que las degraden. Allí puede secuestrarse durante millones de años. Por tanto, las algas representan un sumidero de carbono masivo y natural. En determinadas circunstancias, el cultivo de algas podría contribuir a invertir el cambio climático”. Y zanja: “Esto es tanto más importante cuanto que los bosques de algas silvestres son cada vez más vulnerables a las alteraciones de los ecosistemas oceánicos causadas por la actividad humana. Ya hemos perdido el 80% de los bosques de las costas de California, lo que ha provocado la extinción de 750 especies. A todos nos preocupan los incendios y la deforestación en el Amazonas, pero ¿a quién le importa la pérdida de estos bosques marinos? Hay un incendio bajo el Océano y a nadie le importa. Debemos -con urgencia- proteger, replantar y cultivar estas plantas marinas: de lo contrario desaparecerán. Y nosotros también. Pero aquí hay un gran vacío científico. Necesitamos más biólogos y científicos marinos para conocer la enorme complejidad de estos organismos tan diferentes. Necesitamos una nueva generación de científicos que puedan aprender de nuestros errores, como las GMA, la agricultura industrial o el monocultivo, y crear en su lugar una permacultura oceánica altamente regenerativa”.
JOSEFINA LLARGUÉS Josefina Llargués acaba de publicar “La farmacia del mar. Algas y agua de mar”. La autora ha señalado a “El Ecomensajero Digital”: “A lo largo de la Historia, el mar siempre ha fascinado a la Humanidad. En el caso de las algas, la ciencia ha demostrado que estos organismos humildes, que bailan al ritmo del oleaje de mares y océanos, son parte inseparable del origen de la vida y un soporte vital para el ecosistema marino y para el planeta. Nos suministran, entre otros, proteínas, vitaminas, minerales, oligoelementos; ácidos grasos poliinsaturados, polifenoles, pigmentos…, así como una interesante cantidad de fibra dietética soluble e insoluble y también ciertos compuestos específicos, como los alginatos, con un gran potencial terapéutico y con capacidad para neutralizar toxinas, dioxinas y metales pesados del organismo, o el fucoidano y el laminarano, considerados los principales polisacáridos sulfatados de las algas pardas, a los que la ciencia atribuye actividad inmunomoduladora, antiinflamatoria, antiviral, antialérgica, antioxidante, etc.”. Y avisa: “Lo importante es sumar; no restar. Por lo que, idealmente, las algas deberían complementar una alimentación saludable, sin renunciar al fantástico abanico de verduras que tenemos la inmensa suerte de disfrutar en nuestro clima mediterráneo. Sin embargo, el cultivo intensivo, que cada vez exige más producción a la tierra, que no respeta el barbecho que permite que el suelo recupere minerales, y que abona los campos con todo tipo de agroquímicos, se traduce en cosechas pobres en nutrientes y repletas de pesticidas, herbicidas, plaguicidas… El suelo está agotado y desmineralizado y, pese a la sobreabundancia de comida en el mundo industrializado, a menudo desperdiciada, los alimentos no nos nutren lo suficiente ni nos aportan la energía necesaria. De ahí la importancia de optar, siempre que sea posible, por la agricultura ecológica y por alimentos como las algas marinas y el agua de mar que nos aportarán, en perfecta sinergia, aquellos minerales deficitarios en nuestra alimentación. No podemos ignorar tampoco que, en la actualidad, a raíz de las largas sequías y el calentamiento global, aumentan el número de tierras agrícolas improductivas en muchos lugares del planeta. Si se confirman los pronósticos de la Agencia Europea del Medioambiente (AEMS) y de la OMS, en 2030 el estrés hídrico en España podría afectar al 65% de la población, situación que se agrava en las áreas desérticas del planeta, donde los recursos de agua dulce son extremadamente limitados y no se reponen. Así pues, las algas podrían llegar a convertirse en las verduras del futuro, ya que una vez deshidratadas, se conservan en perfectas condiciones durante mucho tiempo”.
Pablo Bolaño