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28 de febrero de 2023JACOBO SIRUELA, editor y productor ecológico
“Lo espiritual está en el centro de mi forma de pensar y sentir”
Jacobo Siruela (Madrid, 1954) creó en 1982 la editorial Siruela. Tras varios éxitos millonarios, la vendió al Grupo Anaya y cinco años después fundó la editorial Atalanta, cuyas novedades vamos reseñando en “El Ecomensajero Digital”. Con su segunda esposa, la periodista y fotógrafa Inka Martí, vive entre el Empordà y Larrodrigo, Salamanca, donde se dedican también a la agricultura y la ganadería ecológicas. Recordamos algunas de sus declaraciones y comentamos sus últimas novedades bibliográficas.
Si repasas las últimas novedades de Atalanta, no te sorprende, en absoluto, que Jacobo Siruela e Inka Martí se dediquen, además de a la edición de libros, a la producción ecológica. En una “Conversación” publicada en “Elcultural.com”, Jacobo señala: “Como el campo comporta los primeros años demasiado trabajo, hemos tenido que dividir funciones. En el día a día, yo me ocupo más de la editorial, e Inka se ocupa del proyecto ecológico, regenerativo y de biodiversidad. Por otro lado, yo no tengo ninguna relación con las redes sociales, que visito muy de vez en cuando. Soy una persona analógica, y no me considero antiguo por esta razón. Al revés, veo a la gente demasiado enganchada en esta irrealidad virtual, que cada vez más nos aleja del mundo natural y real”.
“LIBER NATURAE”
De los libros que últimamente ha publicado Atalanta, el que más nos ha gustado es “Naturaleza esencial”, de Christian de Quincey: una visión del mundo que entronca con la sabiduría de la Tradición Perenne y que nos ayuda a comprender que el mundo es una unidad indivisible. Otros libros de interés son “El campo vibratorio”, de Changlin Zhang; “Pensar la ciencia”, de Bernardo Kastrup; o “Noé en imágenes”, de José Joaquín Parra. Efectivamente, son libros muy singulares. El propio editor lo explica: “Atalanta es una editorial transmoderna; es decir que, sin negar los principios de la modernidad, quiere trascender las limitaciones que nos plantea el materialismo vigente. Y tiene cuatro colecciones bien definidas: Ars brevis, dedicada a publicar cuentos de todas las épocas y lugares del mundo. Aunque parezca extraño, no publicamos novelas. Memoria mundi, que, como su nombre indica, quiere recuperar libros o ideas que nos parecen dignos para vindicar su memoria y que a la vez sean capaces de iluminar el presente y compensar el excesivo énfasis que se pone hoy en la actualidad. Luego está Imaginatio vera, que, lejos de cualquier escapismo fantasioso, presenta la imaginación como una forma de conocimiento. Y, por último, Liber naturae, una colección dedicada íntegramente a la naturaleza, y a la manera en la cual creemos que debe de ser entendida hoy en día. Publicamos alrededor de siete u ocho libros anuales en tiradas generalmente de 3.000 ejemplares. Son pocos títulos al año, pero algunos tienen mil páginas, o más. Y, afortunadamente, no paramos de reeditar”. Leyendo los libros de Atalanta ves que todo lo que se dijo en “The Ecologist” durante años no ha caído en saco roto. No estamos tan solos, por fin, los que pensamos que la ciencia como algo neutral no deja de ser un falso mito. La ciencia está cada vez más en manos de ejércitos, estados y empresas y, así las cosas, es difícil que pueda operar en pos de la Humanidad y del bien común. Jacobo Siruela señala que “la idea moderna de que la realidad es esencialmente material, y la mente un mero epifenómeno de ella, ha caducado desde que la física cuántica estableció la inseparable relación entre la mente y la materia que ha hecho añicos la objetividad clásica. Incluso Einstein se negaba a admitirlo, pero la teoría cuántica ha sido totalmente probada. El problema es que nadie puede entender que la función de onda se divida en dos realidades, o que el observador provoque cambios en lo que observa, o que una partícula pueda estar en dos lugares al mismo tiempo. Y como nadie puede entender todas estas paradojas del mundo microscópico, tampoco se acaba de aceptar, entre otras cosas porque echa en tierra los principios tradicionales de la objetividad científica. Sin embargo, el siglo XXI es cuántico, y en muchos aspectos debe ampliar la estrecha y trasnochada perspectiva de que lo material es el único fundamento de la realidad. Por eso la metafísica, o el estudio de los sueños, tiene tanta actualidad”. Así es… La ciencia y su visión materialista del mundo está totalmente caduca. Si no es completada por la espiritualidad más profunda y la sabiduría más independiente, solo nos puede conducir a un cadalso. Tecnológico, sí, pero cadalso al fin y al cabo.ESPIRITUALIDAD PROFUNDA
Muchos de los libros que publica Atalanta, sea cual sea el tema central, sean cuentos o sean ensayos, u otros formatos, están teñidos de una profunda espiritualidad. En este sentido, vemos concomitancias con esta editorial y la de José J. de Olañeta, de Mallorca, con cuyas ediciones tanto disfrutamos en los 90/2000. Jacobo advierte: “Lo espiritual está en el centro de mi forma de pensar y sentir. La ciencia solo se ocupa del mundo exterior, pero ¿qué pasa con la realidad interior? Porque esta realidad, aunque invisible, es en gran parte nuestro principio y fundamento de nuestra experiencia con lo real; hasta la física lo afirma hoy en día. Pero lo sustancial es otra cosa: el pensamiento metafísico puede dar sentido a la existencia; la ciencia, no. La ciencia solo da la descripción más exacta del mundo exterior. Y el ser humano necesita un sentido interior que yo he estado buscando durante toda mi vida y ofreciéndolo de las más diversas maneras en los libros que publico”. Y añade: “El más allá no me preocupa, me fascina, y despierta mi más profunda curiosidad. Creer, porque solamente es una creencia, que después de la muerte no pasa nada, es una visión que, además de heredada, es demasiado superficial. Sobre todo, cuando contamos con infinidad de experiencias registradas con la muerte de gente muy respetable, y otra buena parte de ellas que proviene de personas que han estado clínicamente muertas y que paradójicamente han retornado a la vida y han podido contar lo que han vivido mientras su cerebro estaba clínicamente muerto. Y todo ello, aunque no pueda ser medido con ningún instrumento, los científicos y sus creyentes, no pueden echarlo en saco roto, porque negarlo por sistema solo indica un inquebrantable acto de fe o de escabullir la cuestión. Este tema debe quedar objetivamente abierto, ya que es puro misterio”.PRODUCCIÓN ECOLÓGICA
El tercer hijo de la Duquesa de Alba es editor y hombre de la cultura, pero vive muy al margen de los dimes y diretes de los circuitos al uso. También vive al margen del postureo y de las alfombras rojas. Como ya hemos dicho, desde hace unos años, vive entre el Empordà, en Catalunya, y Larrodrigo, en Salamanca, donde él e Inka viven de primera mano la agricultura y la ganadería ecológicas. Viendo y leyendo los libros que publica Jacobo, estaba claro que, si era mínimamente coherente, tenía que dedicarse a la producción ecológica: “Sí… Desde que murió mi madre, en noviembre de 2014, hemos tenido que ocuparnos de unas fincas que me dejó en Salamanca. Así que, al poco de heredar, le dije a Inka: somos ecologistas convencidos y tenemos tres fincas en las que están echando toda clase de abonos químicos y pesticidas, y esto es una gran incongruencia con nuestras ideas, ¿no te parece? De modo que nos pusimos a ello con todo ahínco hasta ahora, que llevamos un proyecto de ganadería extensiva, donde las vacas pastan libremente con sus hijos, y de agricultura regenerativa… en convivencia con la biodiversidad, que es lo que el planeta necesita y Europa quiere”.
Pedro Burruezo