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La ciudadanía quiere comer saludable pero no siempre puede/sabe
Comer saludable sigue siendo una prioridad para los hogares españoles, pero no siempre se consigue. Algunas veces, por los precios, Otras veces, por la falta de tiempo. La tendencia de la comida saludable sigue al alza, pero sería más mayoritaria si se dieran más facilidades. También conviene recordar que algunos medios llaman “saludable” a cosas que no lo son.
Es una de las principales conclusiones de la segunda edición del estudio Radar SaluDable, elaborado por Dia con el aval de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), que analiza los hábitos alimentarios de los hogares españoles.
UNA PRIORIDAD
El estudio indica que para los españoles la alimentación se ha convertido en una prioridad, especialmente para los que buscan cuidarse por dentro y por fuera, y refleja un dilema muy actual: queremos cuidarnos, pero no siempre es fácil: el 95% de los encuestados afirma querer mejorar sus hábitos alimentarios, pero solo un 28% consigue mantenerlos en su rutina diaria, debido a una combinación de barreras como el precio de los alimentos saludables (73,1%), la falta de tiempo (30,6%) o la escasez de promociones en productos saludables (27,6%), entre otras.
LOS PRECIOS
El 80% considera muy difícil preparar una comida saludable por menos de 2,5 euros por persona. Y cuando se trata de alimentos frescos, clave para una dieta equilibrada, el 64% opina que resultan más caros que los ultraprocesados o preparados. Tan solo un 15% considera que es más barata, y un 19,5% cree que ambas opciones cuestan lo mismo.
PRODUCTOS FRESCOS
A pesar de estas percepciones, la mayoría no está dispuesta a renunciar a los productos frescos: el 78,4% afirma incluirlos siempre en su cesta de la compra. Para hacerlo posible, un 12% asegura comprarlos cuando hay ofertas y el 51,8% destaca que los productos de proximidad ofrecen mejor calidad, lo que refuerza el valor de lo local y de temporada como aliado del bienestar nutricional.
CALIDAD Y COMPOSICIÓN
Los consumidores prestan cada vez más atención a la calidad y composición de los productos que eligen. De hecho, un 68,5% afirma que la información nutricional influye directamente en sus decisiones de compra, prestando especial atención a aspectos como la información nutricional (71,4%), los ingredientes y aditivos (70,2%), la fecha de caducidad (64,7%) o el origen del producto (46,4%).
MAYOR CONOCIMIENTO
Esta conciencia se traduce también en un mayor conocimiento: el 70% de los encuestados aseguran saber identificar qué alimentos son saludables. A la hora de distinguir entre procesados y ultraprocesados, se fijan especialmente en la presencia de aditivos (73,3%), el número de ingredientes en la etiqueta (32,8%) y el método de conservación (26,1%).
ALIMENTOS FUNCIONALES
Además, crece el interés por los alimentos funcionales, es decir, aquellos que ofrecen beneficios añadidos para la salud. Entre los más valorados por los consumidores destacan los que contribuyen a mejorar la digestión (58,3%) y reforzar el sistema inmunológico (53,8%), reflejando una tendencia hacia una alimentación que no solo nutre, sino que también cuida.
EL IMPACTO
El 50% cree que el impacto de los alimentos en la salud depende del tipo de procesamiento al que han sido sometidos, mientras que un 29,5% considera que este procesamiento reduce su calidad nutricional. Y finalmente, en cuanto al vínculo entre alimentación y bienestar, el 91% considera que existe una relación entre la alimentación y el bienestar emocional o estado de ánimo.
ALIMENTOS ECOLÓGICOS
En ningún momento se cita a los alimentos ecológicos. Pero deducimos que a muchos/as ciudadanos/as les gustaría poder alimentarse con productos “bio” si fueran más accesibles, si fueran más baratos, si tuvieran más información sobre sus virtudes. ¿Quizás habría que cuestionarse qué es un alimento saludable? Si el alimento no es “bio”, ecológico, orgánico, “eco”, nunca será del todo saludable.
Redacción