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Menos “sustancias extremadamente preocupantes” en las listas pese a las evidencias científicas
Según una investigación publicada en la revista científica “Nature”, los intereses económicos pesan más que la defensa de la salud al catalogar sustancias como extremadamente preocupantes.
Una investigación realizada por científicos suecos[i] y publicada en la revista “Nature” ha revelado que lo que más parece influir en que una sustancia química se incluya en los listados oficiales de la UE de sustancias extremadamente preocupantes “no es su peligrosidad”, sino que no se vean afectados los intereses mercantiles de algunas empresas europeas porque tal sustancia “no se produzca ni se importe en el Espacio Económico Europeo”. La inclusión en la lista de sustancias extremadamente preocupantes es el paso previo a que dicha sustancia pueda ser eventualmente restringida, por lo que este criterio de clasificación puede influir negativamente en la protección de la salud de los ciudadanos. Como apunta Carlos de Prada, responsable de la iniciativa Hogar sin Tóxicos, centrada en reducir la exposición humana a sustancias contaminantes, “obviamente es más fácil adoptar medidas sobre una sustancia tóxica que no se usa en Europa, evitando con ello enfrentarse a unas empresas europeas que tantas veces se resisten con uñas y dientes a la evidencia científica objetiva que alerta sobre los riesgos de muchas sustancias”. Y añade: “Así se puede aparentar que se regulan muchas sustancias tóxicas sin tener que enfrentarse a la poderosa industria química europea”. Para este experto, “resulta descorazonador ver cómo instituciones oficiales parecen dedicarse a hacer trampas a la hora de clasificar sustancias tóxicas preocupantes”. Añade que “en muchos casos, en lugar de poner el foco sobre sustancias en función de sus riesgos objetivos para la salud de millones de personas, ese foco se ha puesto sobre sustancias a las que es muy difícil que nos expongamos, y que por ello representan un riesgo mucho menor”. La investigación publicada en la mentada revista plantea dudas importantes sobre si la normativa europea ha sido debidamente eficaz a la hora de conseguir que las empresas retiren del mercado sustancias tóxicas “cuando la producción/importación de casi la mitad de las sustancias incluidas en la lista de sustancias extremadamente preocupantes (144 de 303) había ya cesado antes de la inclusión en la lista o nunca se habían producido ni importado en absoluto en el Espacio Económico Europeo”.
UN NÚMERO INSUFICIENTE[ii]. Los científicos advierten, por otro lado, que la toxicidad de buena parte de las decenas de miles de sustancias en circulación[iii] no ha sido estudiada, por lo que probablemente sean muchas más las que puedan entrañar algún riesgo, sin que este haya sido identificado. La principal normativa sobre sustancias tóxicas en la UE es el Reglamento REACH[iv], teóricamente destinado a proteger la salud pública y el medio ambiente de los daños de estos compuestos químicos. Para ello, un primer paso es la identificación de aquellas que pueden ser extremadamente preocupantes y su inclusión en la llamada Lista de Sustancias Candidatas, tras de lo cual algunas de ellas podrían acabar siendo más o menos restringidas si se decide incluirlas en otro listado denominado Lista de Autorización. Son ya estas últimas las que podrían no ser comercializadas más allá de una fecha sin una autorización (pero hasta 2020, solo 86 sustancias habían ingresado en esta última categoría).
Las sustancias extremadamente preocupantes (SVHC, por sus siglas en inglés) son sustancias cancerígenas, mutagénicas o tóxicas para la reproducción (CMR); persistentes, bioacumulativas y tóxicas (PBT); muy persistentes y muy bioacumulativas (vPvB); o que plantean niveles equivalentes de preocupación. Sin embargo, como revela la investigación sueca, el número de sustancias que llegan a ser catalogadas así es muy escaso en proporción a las decenas de miles de sustancias que se emplean en la UE. Serian solo 303 sustancias, que son solo una quinta parte de las al menos 1.500 que deberían haberse clasificado así, según una estimación bastante moderada que en 2013 realizó la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA)
INTERESES ECONÓMICOS La investigación publicada por “Nature” señala que los productos químicos producidos o utilizados en grandes cantidades, o por muchos países de la UE, pueden ser más difíciles de regular porque afectan los intereses económicos de muchos actores. Los autores del estudio quedaron impactados al comprobar que, a la hora de incluir una sustancia en el listado de sustancias extremadamente preocupantes, pesaba casi tres veces más el número de países europeos que la producen o importan que sus efectos cancerígenos, mutagénicos o tóxicos para la reproducción (CMR). Algo que, en opinión de los investigadores, “pone en duda la eficacia a la hora de eliminar realmente las sustancias extremadamente preocupantes del mercado”. Como se dice textualmente en el estudio, “los reguladores han enumerado sustancias químicas de importancia secundaria que conducen a reducciones de riesgos menores a las debidas, ya sea porque la producción y las importaciones ya habían cesado antes de la inclusión en la lista, o porque el compuesto nunca se produjo ni importó en el Espacio Económico Europeo”. En definitiva, muchas de las sustancias que se proponen… lo son porque se sabe que se encontrará poca oposición industrial, preocupando mucho que la lista de sustancias extremadamente preocupantes esté siendo moldeada por aquellos grupos de presión que, como los de la industria química, por ejemplo, tienen más capacidad de influir en las decisiones políticas[v]. Se apunta que “las pruebas científicas disponibles sobre los efectos nocivos de los productos químicos podrían ser cuestionadas por las empresas, logrando desviar la atención de sus propios productos”[vi]. Estos científicos sugieren la necesidad de un rediseño fundamental del proceso para garantizar que la peligrosidad se convierta en el factor más importante de inclusión en la lista de sustancias candidatas. Es decir, que se prioricen sustancias por sus efectos tóxicos y a las que se expongan muchos ciudadanos, por ser empleadas en Europa, aunque se afecten intereses económicos de empresas europeas.
LISTAS MÁS OBJETIVAS[vii] o que la OMS, a pesar de centrarse solo en un número muy limitado de sustancias que han sido muy estudiadas, dejando fuera los daños de miles de otras[viii], estimó que la carga de morbilidad debida a la exposición a sustancias químicas representaba 1,6 millones de vidas y 45 millones de años de vida ajustados por discapacidad perdidos[ix].
La investigación compara las sustancias consideradas SVHC por las autoridades europeas con otros dos listados. En concreto, lista SIN de sustancias peligrosas desarrollada por la Secretaría Química Internacional (ChemSec) y la lista PRIO desarrollada por la Agencia Sueca de Sustancias Químicas (KEMI). Dos listas que, según apuntan los autores del estudio, son elaboradas por expertos y, por lo tanto, menos propensas a verse influidas por otros factores ajenos a la ciencia. En contraste con las 303 sustancias del listado de la ECHA, en febrero de 2020, la lista SIN incluía 999 sustancias químicas preocupantes, y la lista PRIO 1938 sustancias. Globalmente, más de 2.000 sustancias incluidas en las listas SIN o PRIO no figuran en la lista de SVHC de la ECHA. El estudio también desvela que los intereses económicos juegan un papel aún más determinante en el caso de las sustancias que pasan desde la lista de sustancias candidatas a la siguiente fase en el camino de una posible restricción de las mismas, que es la llamada Lista de Autorización. Tanto que, según los científicos suecos, el que una sustancia se fabrique o importe en la UE influye con una fuerza 50 veces mayor para que no sea incluida en la lista de autorización que cuando se sopesa su entrada en la de sustancias candidatas. Como se dice en el estudio, “no es sorprendente dado que el objetivo de los grupos interesados es evitar la implementación de restricciones vinculantes que puedan afectar sus intereses económicos”, y poner una sustancia en la lista de autorización es una amenaza mayor para esos intereses. Los autores se preguntan: “¿Por qué este proceso regulatorio se centra en productos químicos que no se producen ni importan en el espacio económico europeo?”. Según los investigadores suecos, datos de la Agencia Ambiental Europea sugieren que el 62% del volumen de productos químicos consumidos en Europa en 2016 eran peligrosos para la salud humanaRedacción
TOMA NOTA
[i] Coria, J., Kristiansson, E. & Gustavsson, M. Economic interests cloud hazard reductions in the European regulation of substances of very high concern. Nature Communications 13, 6686 (2022). https://doi.org/10.1038/s41467-022-34492-2
https://www.nature.com/articles/s41467-022-34492-2
[ii] EC (European Commission). 2013. Roadmap on Substances of Very High Concern. Council of the European Union, Brussels, February, 2013. https://echa.europa.eu/documents/10162/19126370/svhc_roadmap_implementation_plan_en.pdf.
[iii] Según el estudio publicado en Nature en 2020 había 22.425 compuestos registrados bajo REACH. No obstante, el inventario de la ECHA contiene información de 147.633 compuestos registrados.
[iv] Regulation (EC) No 1907/2006 of the European Parliament and of the Council of 18 December 2006 concerning the Registration, Evaluation, Authorisation and Restriction of Chemicals (REACH), establishing a European Chemicals Agency, amending Directive 1999/45/EC and repealing Council Regulation (EEC) No 793/93 and Commission Regulation (EC) No 1488/94 as well as Council Directive 76/769/EEC and Commission Directives 91/155/EEC, 93/67/EEC, 93/105/EC and 2000/21/EC.
[v] Haverland, M. & Liefferink, D. Member state interest articulation in the commission phase. Institutional pre-conditions for influencing ‘Brussels’. J. Eur. Public Policy 19, 179–197 (2012).
Bunea, A. Issues, preferences and ties: determinants of interest groups’ preference attainment in the EU environmental policy. J. Eur. Public Policy 20, 552–570 (2013).
Pesendorfer, D. EU environmental policy under pressure: chemicals policy change between antagonistic goals? Environ. Politics 15, 95–114 (2006).
Persson, T. Democratizing European chemicals policy: do consultations favour civil society participation? J. Civ. Soc. 3, 223–238 (2007).
[vi] Hermanson, H. The European Commission’s environmental stakeholder consultations: Is lobbying success based on what you know, what you own or who you know? Interest Groups Advocacy 5, 177–199 (2016).
Joosen, R. The tip of the iceberg–interest group behaviour in rule drafting and consultations during EU agency rulemaking. J. Eur. Public Policy 27, 1677–1697 (2020).
Klüver, H. The contextual nature of lobbying: Explaining lobbying success in the European Union. Eur. Union Politics 12, 483–506 (2011).
Eising, R. The access of business interests to EU institutions: towards elite pluralism? J. Eur. Public Policy 14, 384–403 (2007).
[vii] EEA (European Environmental Agency). Environmental Indicator Report No.19/2018, in Support to the Monitoring of the Seventh Environment Action Programme (EEA, 2018).
Se refieren a sustancias con el potencial de causar una variedad de enfermedades, incluido el cáncer; malformaciones fetales; enfermedades de los sistemas respiratorio, endocrino, cardiovascular y urinario; y trastornos del neurodesarrollo e inmunitarios
[viii] Egeghy, P. P., Vallero, D. A. & Hubal, E. A. C. Exposure-based prioritization of chemicals for risk assessment. Environ. Sci. Policy 14, 950–964 (2011).
Wang, Z., Walker, G. W., Muir, D. C. & Nagatani-Yoshida, K. Toward a global understanding of chemical pollution: a first comprehensive analysis of national and regional chemical inventories. Environ. Sci. Technol. 54, 2575–2584 (2020).
Gold, S. C. & Wagner, W. E. Filling gaps in science exposes gaps in chemical regulation. Science 368, 1066–1068 (2020).
[ix] World Health Organization. The Public Health Impact of Chemicals: Knowns and Unknowns. International Programme on Chemical Safety (World Health Organization, 2018).