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8 de marzo de 2023OPINIÓN/HARTOS DEL POSITIVISMO
¿Es el positivismo una nueva forma de sumisión?
Si miráramos el mundo con ojos de extraterrestre, nos daríamos cuenta de lo grave que es la situación actual gaiana. Mientras, los positivistas nos dicen que encendiendo unos inciensos y poniéndole buena cara al mal tiempo… todo se va a arreglar. Pedro Burruezo arremete con ingenio contra el positivismo, cada vez más a la baja.
Eso… Que hay que poner siempre rostro de no haber roto nunca un plato. Que hay que ser felices. Que hay que ver siempre la botella medio llena. Que, ante la corrupción del mundo y el inminente colapso energético y climático, hay que seguir poniendo cara de gilipollas. Todo eso de las “buenas vibras”, el “positivismo”, el “buen rollito”, el optimismo de panfleto… Me salen sarpullidos. Todo es realmente vergonzoso. No me da la gana apuntarme a esa ideología barata de coach en paro. No me da la gana seguir esa tendencia de psicólogos de consulta a 20 euros la hora. Que no me da la gana tener que poner sonrisas cuando, en realidad, la situación mundial es tan grave. Ojo: no soy ningún cenizo. Solo observo la realidad y extraigo mis propias conclusiones sin pasar por los bocazas de esos tertulianos que no saben de la misa… la mitad.
PENSAMIENTO POSITIVO, QUE TE DEN
El pensamiento positivo tan en boga desde hace unos años es, a la inteligencia, lo que la biotecnología a la agricultura ecológica. ¿Por qué tenemos que matar moscas a cañonazos? Y, mientras lo hacemos, ¿por qué tenemos que poner cara como si fuera lo más normal del mundo? Nuestro mundo se hunde, se hunde irreversiblemente. La crisis climática se va a empezar a mostrar con toda su crudeza, como ya hemos visto, mientras la Sexta Extinción va a dejar un mundo yermo. Al mismo tiempo, las grandes empresas, sus inversores y los políticos corruptos a sueldo… siguen llenándose los bolsillos mientras la Naturaleza se muestra moribunda y la sociedad humana ensalza su decrepitud: suicidios, adicciones, trata de personas, racismo galopante, ricos muy ricos y pobres muy pobres, conflictos bélicos, países enteros invadidos y convertidos en cárceles como Palestina, medios que no paran de manipular, entidades que no dejan de inventar realidades falsas, cientifismo al servicio de transnacionales, etc. Algunos autores del positivismo científico pueden tener algunas certezas, pero, seamos sinceros, lo que es el positivismo popular… da asco. Cualquiera se te sienta al lado, te pone la mano en el hombro y te da una charla y te llama a ser feliz en medio del caos… sin tener ni la más remota idea de lo que está ocurriendo… ¿Por qué tengo que ser feliz? ¿No es la felicidad otra absurdidad nacida al amparo de Hollywood y sus estrategas? Pues no, no soy feliz. Tampoco soy un desgraciado. Simplemente, soy un ser humano que vive y va haciendo lo que puede en mitad de una sociedad que camina velozmente hacia el suicidio colectivo. Déjenme vivir en paz y no me arenguen con discursos patéticos y peligrosos que son parte del problema, no de la solución.
EL PARAÍSO DE USUREROS Y ESPECULADORES
En España, la inflación ha tocado techo este verano, llegando a alcanzar el 10,8% durante el mes de julio, el dato más elevado desde 1984, y cerrando agosto todavía por encima de los dos dígitos (10,4%). Los datos compartidos por Younited, una de las plataformas líderes de crédito online en Europa Continental, desvelan una subida de la cantidad media demandada en créditos durante el segundo trimestre en determinadas categorías, a pesar del actual contexto de aumento de los precios y contracción del consumo. Imagínense en otros puntos del planeta. Es decir, que vive todo el mundo endeudado. Las adicciones no paran de crecer, como la tasa de suicidios. La crisis climática ya nos está diciendo cómo van a ir las cosas en los próximos lustros. Las tasas de cáncer se han disparado. Las predicciones sobre la Sexta Extinción son escandalosas. Las enfermedades de la civilización tienen estadísticas bestiales. La modernidad se agota y va a morir matando. Y los coletazos de ese monstruo van dando bandazos a diestro y siniestro y arremeten contra la Naturaleza, contra la salud ciudadana, contra el futuro de nuestros hijos y nietos, etc. ¿Qué voy a hacer? ¿Seguir poniendo cara de “enchufao” y seguir buscando mi felicidad encendiendo inciensos y apuntándome a clases de yoga para empresarios estresados? No. Soy consciente de todo lo que ocurre y de lo que va a ocurrir. Estoy comprometido con salvaguardar, en la medida de mis pequeñas posibilidades, la vida y el alma de la vida. No voy a ser cómplice, en la medida de mis pocas virtudes, con un sistema que depreda todo lo que se pone a su paso… para que sigamos siendo “felices”. No creo que abortar un feto sea como extirpar un forúnculo. No creo que los abuelos de mi familia tengan que estar en residencias “porque es lo mejor para ellos/as”. No me creo ni a los políticos, ni a las empresas ni a los pseudocientíficos que están a sueldo de los primeros. No expongo mi salud mental ni mis convicciones a la falsedad continua de los mass media. No pido préstamos con interés ni los doy. No sucumbo al alcohol ni a los estupefacientes y sé muy bien qué hay detrás de todo eso. Intento que mi dieta sea lo más ecológica, local, artesana, casera y vegetal posible… aunque tampoco soy un talibán alimentario ni un idólatra de las ensaladas.
HABLEMOS CLARAMENTE
Lo que está por venir va a ser muy oscuro. Y, aunque finalmente venzan la belleza y la vida, en las próximas décadas se van a enfrentar las fuerzas del bien y del mal en un combate a muerte. Los falsos profetas y las enormes instituciones internacionales nos dirán que la única forma de salvar el planeta es seguir buscando la felicidad, siendo positivos y siguiendo dejando una huella apocalíptica en el cosmos. Mientras, los que saben… reconocen que no hay otra forma de sobrevivirnos a nosotros mismos que decrecer, volver a una vida tradicional, relocalizar la eco-nomía, reunir nuestras familias y atreverse a volver a sacrificarse por el otro, compartiendo, mostrando empatía, repartiendo con justicia… No hay soluciones tecnológicas.
LA INDUSTRIA DE LA FELICIDAD
"Estar feliz es un estado de ánimo, igual que estás triste un día o que otro estás enfadado", señala Silvia Vidal, autora de la cuenta @queridaneurona en Instagram. La experta añade que el positivismo tóxico es una forma de evitar que nos enfrentemos a las emociones negativas, lo que termina por invalidarlas. Y es que la "industria de la felicidad" trata de "maquillar la realidad" a través de un discurso en el que nos dicen que "con actitud lo consigues todo, y que si no lo consigues es tu culpa", ha detallado a “20minutos” Pablo R. Coca, psicólogo, viñetista e ilustrador creador de Occimorons. Un discurso que ejerce, como vemos, una gran presión en la sociedad y que puede ser realmente dañino. "La industria de la felicidad es poderosísima, lucrativa e influyente", ha destacado en una entrevista para “El País” el doctor en Psicología y coautor del ensayo “Happycracia: cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas”, Edgar Cabanas. El investigador y profesor de Psicología argumenta que lo que hay detrás de todo esto es "mucha sensación de culpa" porque "si lo que te ofrecen es la idea de que la felicidad es una elección personal, te están diciendo que cualquier sufrimiento que tengas como la ansiedad o la depresión es culpa tuya. No hay autoayuda para problemas estructurales y colectivos".
Pedro Burruezo