Pablo Bolaño critica con enjundia el “greenwashing” de todas aquellas empresas que presumen de ser veganas cuando producen productos en los que nunca se había utilizado nada de procedencia animal. Especialmente, de aquellas empresas que producen artefactos que son total y absolutamente prescindibles. Sólo son útiles en una sociedad cada vez más encaminada hacia la autodestrucción. Y conste que Bolaño no ha sido nunca un mojigato…
El sexo forma parte de la naturaleza, y yo me llevo de maravilla con la naturaleza
Marilyn Monroe, actriz
Lo del veganismo ya me da risa. Ojo: no la lícita voluntad de un ciudadano o ciudadana de no consumir productos de origen animal… Eso me parece totalmente respetable. De hecho, yo soy ovolacteovegetariano. Me refiero al asunto del afán de lucro de las empresas. Porque, ya lo saben, ahora todas las empresas son veganas. Incluso aquellas en cuyos productos no se había utilizado nunca nada de procedencia animal. Pues sí… Ahora todo el mundo presume de vegano. Da igual que produzcas ruedas, clavos o muebles. ¿Desde cuándo se ha sacrificado a un animal para fabricar consoladores? Esto es el colmo.
CARA DURA
La cara dura de algunas empresas parece no tener fin. Una conocida cadena de venta de fetiches sexuales presume de que el 99% de los productos que venden son veganos. Es como si un tío que produce cestos de esparto de toda la vida anuncie, ahora, que sus cestos no contienen nada animal. Pues bien… El texto de la cadena lo deja bien claro: “La tienda erótica que ayuda a las personas a conectar con su sexualidad ha puesto de relieve en numerosas ocasiones su compromiso con el medio ambiente y, por cuarto año consecutivo, ha sido reconocida con el sello del Registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono, otorgado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico”. Y añaden: “Este reconocimiento lo reciben sólo aquellas empresas que demuestran un gran compromiso con la reducción de su huella de carbono, así como la compensación de sus emisiones de CO2, a través de iniciativas y proyectos que hacen que su impacto medioambiental sea mínimo. Con el 99% de sus productos catalogados como veganos, la tienda erótica ha marcado un precedente significativo en su trayectoria hacia la responsabilidad corporativa”.
VERDADES A MEDIAS
En este sentido, la cadena destaca en su autobombo “no sólo por su compromiso con la sostenibilidad, sino también por sus logros concretos en esta área. Bajo el lema ‘Esta es la única huella que queremos dejar en el planeta’, un proyecto que promueve productos ecológicos, veganos, orgánicos y duraderos con el fin de aportar su granito de arena al planeta y fomentar el cuidado con el medio ambiente. Asimismo, el sexo es entendido desde nuestra empresa como un acto natural, respetuoso, basado en los cuidados mutuos y la comunicación; por eso, se busca darle sexo al planeta”. Pero si buscas en la web de la citada empresa, te darás cuenta de que sus juguetes sexuales son los de toda la vida, por no hablar del mal gusto… El sexo natural sí es ecológico. Todos esos fetiches son una porquería patética, aunque sean veganos, jajaja.
“GREENWASHING”
El greenwashing de la cadena, de la que prefiero omitir el nombre para no darles publicidad involuntaria, va a más: “En nuestra empresa creemos firmemente en la importancia de proteger nuestro planeta y reducir nuestro impacto ambiental. La divulgación, el respeto a todas las formas de experimentar la sexualidad y el amor y, por supuesto, el cuidado del medio ambiente, forman parte de la columna vertebral de la empresa. Este reconocimiento es un testimonio de nuestro compromiso con la sostenibilidad y nos motiva a seguir buscando nuevas formas para proteger el medio ambiente”, aseveran. Hacer el amor, como se ha hecho toda la vida, es ecológico, gratuito, sostenible, bello, sanador… Y, por muy veganos que sean, los fetiches de esa empresa son una guarrada tóxica, física y mentalmente. Con la excusa del veganismo, todo el mundo se apunta a la sostenibilidad. Pero es una sostenibilidad falsa. ¿Para qué necesitas aparatitos para hacer el amor? Y recuerda: una hamburguesa de soja transgénica, por muy vegana que sea, ni es sostenible ni es nada. Es un veneno. Tú mismo…
Pablo Bolaño