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12 de julio de 2023TRASHUMANCIA
Las virtudes de la ganadería extensiva
La Plataforma Trashumancia Viva, la Asociación Española de Raza Avileña-Negra Ibérica y la IGP Carne de Ávila son los organizadores del concurso fotográfico sobre la trashumancia, el movimiento de ganado buscando la disponibilidad de los pastos en las distintas zonas de la orografía española, una actividad declarada Patrimonio Cultural Inmaterial. El primer premio en la edición de hogaño (ver foto) ha sido para Miguel Alba por su instantánea “Vacada en La Cañada”.
En la edición de 2023, la decimoquinta ya, se recibieron, según sus organizadores, más de cincuenta obras, todas ellas con imágenes que reflejan algunas de las actividades vinculadas a la trashumancia, como la subida de las vacas por la cañada, paisajes… Y el jurado, tras haberlas evaluado, ha seleccionado las fotografías ganadoras en función de criterios temáticos y de calidad del trabajo… El primer premio ha sido para Miguel Alba por su imagen “Vacada en La Cañada” (ver foto). El segundo premio se le ha otorgado a María Adela Palomo Gómez, por su fotografía “A lo antiguo”.
EL “PROGRESO” ACABA CON TODO
La trashumancia es una práctica ganadera que en la actualidad se enfrenta a graves problemas de deterioro de infraestructuras, limitaciones legales, sociales, muy especialmente sanitarios, y, en algunos casos, económicos, que ponen en riesgo su continuidad, y, con ello, la pérdida de su valor ecológico y sociocultural. Y es que este tipo de actividad ha demostrado ser de gran ayuda en el mantenimiento de la población rural, además de resultar muy favorable desde el punto de vista económico y medioambiental. Pero el “progreso” va acabando, poco a poco, con toda actividad que muestra resistencia a su avance…
EN 2010, FUERON 35 MIL ANIMALES Los ganaderos de la raza Avileña-Negra Ibérica practican la trashumancia entre las dehesas de Extremadura y Castilla-La Mancha y las sierras de todo el Sistema Central. En concreto, más de 35.000 animales realizaron la trashumancia en 2010, con un recorrido medio que oscila entre los 250 y los 300 kilómetros, que se realizan en una media de dos semanas. En las tierras altas o agostaderos los animales permanecen hasta noviembre o diciembre, cuando vuelven a tierras extremeñas. En la actualidad, según los organizadores del concurso, “hay más de cuatrocientos cincuenta titulares de explotaciones que practican la trashumancia y viven de esta práctica, además de otros sectores como los transportistas, productores de piensos, veterinarios, arrendatarios de fincas, etc.”.
UNA ACTIVIDAD CON MUCHÍSIMAS VIRTUDES Según los expertos de Ecologistas en Acción: “La trashumancia proporciona numerosos beneficios, no sólo ambientales, para el conjunto de la sociedad. El paso del ganado aumenta la fertilidad de nuestros suelos amenazados por la desertificación, al incorporar estiércol y otros restos vegetales a su paso. Además, algunos de los bosques más importantes de nuestro país se han desarrollado y conservado gracias a esta práctica, como los pinares de Guadarrama o la Serranía de Cuenca, los hayedos y robledos de la Cornisa Cantábrica o los encinares y alcornocales de Andalucía y Extremadura. Los animales se alimentan de materia fácilmente combustible actuando eficazmente en la lucha contra incendios. Los rebaños trashumantes benefician directamente a la biodiversidad, al conservar numerosas razas autóctonas en peligro de desaparición, como la oveja rubia de colmenar o la vaca tudanca. Los efectos también son positivos para la flora, al contribuir cada animal a la dispersión de más de 5.000 semillas al día, unos cinco millones de semillas por rebaño, y a la fauna silvestre, sobre todo aves, que dependen de los espacios abiertos pastoreados”.
COLECTIVOS VEGANOS RADICALES Esto es sólo una parte de sus excelentes virtudes. Pero colectivos veganos radicales, aliados con el “progreso” más inhumano, quieren acabar con todo tipo de ganadería, metiendo en el mismo saco a la ganadería industrial antiecológica y la ganadería extensiva “bio”. Algo que nunca podré entender. No hay que confundir las churras con las merinas, nunca mejor dicho. Todo ello, la devastación rural, tiene un sinfín de contraprestaciones y consecuencias nefastas. El “progreso” quiere transformar las zonas rurales en espacios vacíos de vida, simples productores de recursos para las megalópolis, uno de los últimos eslabones del proceso neocapitalista. El “progreso” le está robando la vida al mundo y, lo que es peor, el alma. Cuesta creer que colectivos que se autodenominan “rebeldes” se alíen contra ese proceso que destruye los pueblos, que provoca incendios imparables, que acaba con la biodiversidad ganadera y que sustituye las recetas de toda la vida por la “carne de Frankenstein” que “altruistas” como Bill Gates están intentando imponer en todo el orbe, con el apoyo de veganos famosos y científicos a sueldo. En fin, que sobreviva la trashumancia… contra el monopolio global y el pensamiento único.
Pablo Bolaño