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3 de enero de 2023REFLEXIONES SOBRE EL SECTOR “BIO”/VUELVE LA CONFUSIÓN QUE EXISTÍA EN LOS 80
Si un alimento no es ecológico, ¿puede ser sostenible?
El sector ecológico no pasa por su mejor momento, pero sigue adelante. Por estar la sostenibilidad en el ojo del huracán de la sociedad y de los medios… no son pocos los que ahondan en la confusión porque, a río revuelto, ganancia de pescadores. Pablo Bolaño arremete contra los que se aprovechan de la necesidad del público de buscar soluciones a los problemas que nos acucian… para vender productos que no son ni ecológicos, ni sostenibles, ni nada parecido.
Vivir es desviarnos incesantemente.
De tal manera nos desviamos, que la confusión
nos impide saber de qué nos estamos desviando…
Franz Kafka
Quizás un alimento no ecológico sí pueda ser más sostenible que otros… Vale… Hasta ahí estamos de acuerdo. Pero… ¿es esto lo que necesitamos? No. Necesitamos cambios profundos en nuestra sociedad si la Humanidad quiere sobrevivirse a sí misma. Seguir con declaraciones de buenas intenciones y más de los mismo, es decir, de eufemismos, no nos redimirá del desastre ambiental que estamos causando. Y para muestra… un botón.
LOS ALBORES DEL MOVIMIENTO “BIO”
En los albores del movimiento “bio” en España, no siempre era fácil explicar y/o saber, habida cuenta de la falta de certificación, qué era ecológico y qué no lo era. Para un buen porcentaje de la población, lo ecológico tenía que ver con la dieta, con los regímenes, con todo eso. Los alimentos ecológicos, generalmente elaborados y no frescos, estaban en las mismas estanterías que los snacks adelgazantes. Era como si, para comer “bio”, tuvieras previsto adelgazar. Y a la inversa. En aquel sálvese quien pueda, no pocas grandes empresas, que renegaban del mundo “bio”, se hicieron de oro a base de vender gato por liebre. Prometían ser productos sanos y saludables, pero eran los mismos perros con diferentes collares. ¿O es que no se acuerdan ustedes ya de aquellos yogures “bio” de Danone que fueron extirpados del mercado tras un fuerte toma y daca en los tribunales por parte de la gran industria y de los grupúsculos más activistas del sector orgánico? Es sólo un ejemplo de los muchos que se dieron. Y, en lo que respecta al tema de los adelgazantes, de los productos “de régimen”, lo cierto es que la cosa no iba tan desencaminada, jajaja, porque hoy se sabe que los productos químicos son, en gran medida, disruptores endocrinos y, por ende, obesógenos.LOS INICIADOS
Pero a lo que íbamos… Sólo los iniciados sabían de qué iba la cosa. Un producto era ecológico, efectivamente, si en su producción no habían intervenido, de principio a fin, ni los productos químicos de síntesis ni la modificación genética. Podía ser un producto de régimen o no. O podía ser una patata, un filete de ternera, una panocha de maíz, una tortita de arroz, un huevo de gallina o una hogaza de pan. Solo tras años y años de predicar en el desierto, de picar piedra, por parte de la gente de la Asociación de Vida Sana y otros, se consiguió aclarar las cosas para un consumidor cada vez más ávido de transparencia y rigor. Pues ahora parece que estamos volviendo a aquellos años.
TODOS SOMOS SOSTENIBLES… QUÉ GUAY DEL PARAGUAY
Pues eso… Que ahora todos somos sostenibles, saludables, sanos, etc. Ha vuelto la confusión. Durante muchos años, a buena parte del público, le quedó claro que la única sostenibilidad válida era, en lo alimentario, el producto ecológico. Pero ahora ya no es así. Y las grandes empresas vuelven a generar confusión con oscuros intereses. Muchas de estas grandes multinacionales tienen sus líneas de alimentos ecológicos y, al mismo tiempo, pactan también con el diablo y sacan al mercado otros productos que no son “bio”: pero nos dicen, por activa y por pasiva, que son alimentos sostenibles, que luchan contra el calentamiento global, etc., porque o son veganos, o proceden de sistemas agrarios que no utilizan tantos pesticidas (¿cuáles son las cantidades seguras..?), etc. La Administración se suma al caos y promete certificaciones de alimentos que dicen ser “sostenibles” pero no ecológicos. ¿Se avecina el desastre? Habida cuenta de que la inflación no deja de subir y de que el consumidor está canino, los bolsillos están más secos que una mojama y hay que llegar a fin de mes como sea. Entonces, algunos/as consumidores/as saben que la cosa no es la correcta pero, como son malos tiempos para la lírica, miran hacia otro lado. Mejor si es mínimamente sostenible, local. Pero puede tratarse de un producto autóctono que sea desastroso, precisamente, para el ecosistema local. O puede ser un alimento vegano en cuya producción se han matado a miles y miles de insectos y otros seres beneficios para la tierra. Antes, las únicas hamburguesas vegetales existentes eran las ecológicas. Ahora ya todo vale. Y hasta algunos consumidores ecológicos se añaden a la incertidumbre con tal de ahorrar unas perrillas y poder tener un móvil de última generación.¿POR QUÉ ME ENGAÑAS CON “SOSTENIBLE” SI LO QUE NECESITAMOS ES QUE SEA ECOLÓGICO?
Y seguimos mareando la perdiz. Y así seguiremos toda la vida hasta que el calentamiento global y la Sexta Extinción nos lo arrebaten todo. Habremos sido nosotros los que nos hayamos autodestruido. Mientras… Pues eso… A utilizar palabras políticamente correctas y seguir engañando a la población. ¿Por qué me hablas de sostenible si lo que el mundo necesita es que todo sea ecológico? La sostenibilidad verdadera es un gran paso hacia la agroecología, entendida desde un prisma holístico. Ello tiene que incluir la ganadería extensiva ecológica. Y la relocalización eco-nómica. Y el regreso a lo sencillo y a lo humilde. Sin todo ello, la sostenibilidad de la que nos hablan no es sostenible. Y, sin todo ello, nadie se acordará de todas esas palabras cuando no haya nada que comer. Mientras, sentimentalismo barato de tres al cuarto para tener tranquilas las conciencias: me como una hamburguesa vegana (aunque la haya fabricado Nestlé) y ya soy un héroe global. Un poco más de seriedad, por favor.
Pablo Bolaño